Pensar, compartir... | Hablando de árboles

Bellasombras de la plaça Llorenç Villalonga.

Bellasombras de la plaça Llorenç Villalonga. / A.F.

Àngels Fermoselle Paterna

Àngels Fermoselle Paterna

Una misma persona puede defender que los árboles tienen corazón y ser fabricante de lápices. Henri David Thoreau, naturalista, escritor y agrimensor del siglo XIX lo hizo. Aprendimos con él el respeto por la Naturaleza y a prevenirnos de sus entrañas a veces desalmadas. Descubrimos que la lucha por la supervivencia es ley natural en animales y vegetales, y que torcerla para que los más débiles tengan oportunidades es obligación humana.

Y sí, los lápices de verdad deben ser de madera y la madera la producen árboles sacrificados. No pasa nada. Las explotaciones de árboles plantados expresamente, para producir luego muebles, tablones o libros, son una bendición que ha contribuido a mejorar la vida de los seres humanos. Sin embargo, la deforestación salvaje y los agentes químicos excesivos son una plaga de intereses espurios.

Casi nada hay blanco o negro, a la hora de tomar partido. Tener como principio el amor a los árboles, no quita que en alguna ocasión debamos eliminar alguno o amputarlo más de lo que nos gustaría. Algunos de los pinos que se plantaron justo delante del Castillo de Bellver nos impiden ver con un mínimo de nitidez la silueta de uno de nuestros monumentos más importantes. Soy de la opinión de que si a cambio de retirar cuatro pinos, plantamos 20 o 50 en otro lugar, compensaría con creces la pérdida con la ganancia del placer de contemplar el Patrimonio. Lo mismo ocurre con la Llotja. Hay un ejemplar altísimo de Lagunaria que los días ventosos, con sus oscilaciones, erosiona la superficie del maravilloso edificio de Sagrera que tiene casi 600 años. No es de recibo. Algo debemos hacer. Si es posible debemos respetar a los dos; si no, mi opción está clara: salvemos la integridad del más antiguo, que es irrepetible y ya se ganó su derecho a permanecer. Son solo dos ejemplos.

Por explicarme mejor ¿Se puede abogar por retirar árboles y que te duela en el alma hacerlo? Sí. Se puede.

Los árboles en las ciudades proporcionan belleza, oxígeno, diversidad biológica y sombra. Nos acercan un poco al medio natural, especialmente si están en jardines o parques.

En nuestra ciudad, los cuidados que han recibido esos compañeros de viaje no siempre han sido los mejores. Hace años las podas eran salvajes y tardías, y de esas malas prácticas arrancan muchas enfermedades que con el tiempo han obligado a eliminar ejemplares que aún resistirían.

Algunas de las bellasombras plantadas hace unos 80 años en la plaça Llorenç Villalonga, o por enfermedad, quizás facilitada por talas inapropiadas, o por edad, han llegado a un punto en que parece que no tienen salvación. Hay informes técnicos de responsables municipales que así lo afirman. Hay riesgo de caídas de ramas y no vean lo que abulta y pesa la rama en cuestión.

Una bellasombra, también conocida como ombú, no es un árbol al uso. No tiene anillos de crecimiento. Hay quien lo describe como una hierba gigante. Sonará raro que diga que no es un árbol porque su presencia es imponente, rotunda. Desarrolla unas extensiones del tronco, a modo de pies, que se expanden por el suelo y parecen tener una piel añeja. Es normal que el anuncio súbito de su tala encienda las alarma y se pidan explicaciones.

Llegados a este punto, en el que hasta una juez ha dicho que se tomen unos días para pensarlo, el Consistorio tiene la pelota en su tejado y debe hacer lo mejor.

En primer lugar, hay que informar a la Mesa del Árbol, que para algo está.

Decía que hay árboles que nos han acompañado toda la vida y debemos recibir explicaciones sobre ellos y su futuro o no futuro. No son propiedad ni de los técnicos empleados de Cort, ni siquiera de los vecinos del barrio en el que están. pertenecen a la ciudadanía. Y cuando no, tenemos derecho a despedirnos de ellos.

Y en segundo lugar hay que decidir, juntos, ciudadanía y Ayuntamiento, qué especie debe suplantar el original en el caso de que la conclusión sea la retirada de algunos ejemplares. Yo estoy por estudiar distintas posibilidades, incluida la replantación con la misma especie para no perder el paisaje ya casi histórico de la citada plaza.

Pensemos, consensuemos y tomemos la mejor decisión. Eso es la participación ciudadana. Y está fuera de toda duda que la seguridad debe quedar garantizada y es prioritaria.

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