Comercios de Palma, contra los cruceros: «Para ayudar al comercio local no se necesitan más cruceros»

En una carta, ofrecen su visión acerca de los efectos de cruceros y reclaman que no se elimine el límite que permite que atraquen solo tres al día

Jordi Sánchez

Jordi Sánchez

«Otro punto de vista del pequeño comercio frente al turismo masificado de cruceros», es el título de la carta escrita por Cecilia, propietaria de una tienda de ropa sostenible del centro de Palma llamada Humus. En la misma, ofrece una opinión compartida por varios comercios locales de Ciutat en la que, sin despreciar la llegada de cruceros a la isla, reclaman que no se elimine el límite que permite que únicamente puedan atracar en el puerto tres buques tipo crucero al día. 

El objetivo de esta misiva no es más que tratar de aportar una visión distinta que pueda integrarse en el debate acerca de la llegada de estas embarcaciones a la isla y sus efectos sobre la misma. 

Sin ir más lejos, la semana pasada PIMECO, AFEDECO y, la Confederación Balear de Comercio, emitieron un comunicado en el que exigían «urgentemente» la modificación del acuerdo que limita la actividad de los cruceros en la capital. «Los comerciantes no podemos esperar más», apuntaron. 

Las conclusiones

Según explica Cecilia en la carta, tras regentar una tienda en el barrio gótico de Barcelona y después de «muchas conversaciones con clientes y algún turista de crucero despistado», llegó a varias conclusiones. En primer lugar, explica que «cuando la ciudad está repleta de grupos de cruceros», la muchedumbre que se apodera del centro de Ciutat provoca que los residentes «no se acerquen a centro porque se sienten atosigados y estresados por la multitud». 

En segundo lugar, destaca las «rápidas y pequeñas compras» que los turistas hacen una vez se sumergen en las calles de su destino. Y, por último, menciona las tiendas a bordo de los cruceros, que «una vez están en aguas internacionales, son libres de impuestos», por lo que ofrecen productos a un precio mucho más bajo que en tierra. 

Paz Talens y Selena Tarongí, dueñas de La Insular y Cosmos Rellotgeria, comercios ubicados también en el corazón de Ciutat, comparten la misma visión que Cecilia. «La masificación no nos beneficia», relata Talens, quien además apunta que la saturación turística es algo que «no le gusta a nadie». Se consideran promotoras y defensoras del comercio local y lamentan que la masificación ahuyente a los residentes que antes acudían al centro a pasear y comprar. «En noviembre es cuando regresan los clientes que viven aquí», lamentan las tres. 

Pese a que la lógica invita a pensar que la fórmula de atraer más turistas equivale a más ingresos en los comercios locales, en muchas ocasiones eso no es así. Cecilia, añade: «El mes que más ventas tuve fue en octubre», una vez arranca la temporada baja en el archipiélago.

 «Notamos que este gran volumen de turistas no nos aporta un beneficio directo, sino un perjuicio indirecto», añade Aldana Areco, propietaria de La Viniloteca. Para Areco, en la gran mayoría de casos se sufren «consecuencias negativas para la gente que es de aquí». 

Por su parte, Neus Aguiló, copropietaria de la mítica juguetería La Industrial, explica que «los días que hay solo un crucero tenemos más ventas que cuando hay cuatro». «Si te fijas en la gente, cuando pasean por el centro no suelen llevar ninguna bolsa, y no sabemos dónde dejan esos supuestos gastos», añade. Lamenta, además, que «mucha gente que se estaba reconciliando con Palma ahora huye por como está». 

Miquel, propietario de Can Angela, reconoce que «los turistas animan y llenan el centro y compran muchos souvenir y helados», pero apunta que, en su caso, «cuando entran hacen compras baratas o piden descuentos e intentan regatear el precio». 

Pérdida de identidad

Otro de los puntos importantes de la carta. «Si miramos a largo plazo, el centro histórico va perdiendo vida; va perdiendo su esencia, lo cual hace que deje de ser interesante para ir a pasear y comprar», escribe Cecilia. 

Para todas, la esencia del comercio local está en que «se aporta un valor añadido». «Queremos hacer barrio, crear economía circular y no dejar que Palma pierda su esencia», comenta Cecilia. Talens, por su parte, se mostró tajante: «No debemos pensar en salvar el comerico local con más cruceros». 

Esta pérdida de identidad también se ve reflejada, según su relato, en los nuevos locales que se van abriendo paso en Ciutat. «Ya hay muchas tiendas que cierran tres o cuatro meses en temporada baja porque son extranjeras», añade Aguiló. «Estamos perdiendo a la gente mallorquina, porque todo el mundo esta cansado de la masificación que hay en Palma, y también estoy cansada de escuchar a clientes que cuentan que durante el verano ya no bajan a la ciudad por la gente que hay en la calle», lamenta. 

La relojería de Tarongí lleva abierta más de cincuenta años. Su madre fue la encargada de abrir el local, y la ahora propietaria asegura que «en esa época en esta calle solo había joyerías», mientras que a día de hoy «cada vez quedan menos y hay mas comercio extranjero». Destaca también el efecto de las empresas de paquetería y la compra online, que también está desplazando a la clientela, la cual está «perdiendo la costumbre de ir a comprar». 

El turismo familiar y cultural

«Para los comercios que ofrecemos productos de calidad, singulares y dirigidos a un público local o a turistas que buscan algo diferente de lo que ya tienen en su ciudad, el potencial del turismo de cruceros masificado no es tal. Sí lo es, el turismo familiar o el turismo cultural», explica Cecilia en la misiva. 

Las comerciantes coinciden férreamente en este aspecto. «Somos negocios dirigidos a una clientela más local y, pese a que también vendemos a turistas, no son nuestro público objetivo», explica Talens. 

Cecilia afirma que «la gente que callejea, que sí que hace turismo cultural o familiar, es la que más se suele parar a comprar en la tienda». Todas acusan la rapidez que vive el turismo actual, así como su capitalización. En su relato, todas coinciden cuando hablan de franquicias y de los nuevos comercios que se abren en el centro: «Terminan llevándose a los clientes», lamentan. 

Finalmente, la carta termina así: «Es posible que los pequeños comercios de Palma no sean representativos de las tiendas que han ido floreciendo en su centro histórico, pero nos gustaría poder vivir y trabajar en una ciudad más amable, tranquila y mediterránea, como siempre había sido Palma».