Lletra menuda: Una película legal pero insana

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Algo anda desencajado cuando se necesita una larga comparecencia pública para justificar el comportamiento político y desvincularlo de intereses y beneficios particulares. Explayarse con solvencia en el papel de víctima requiere argumentos más breves y sólidos. La derecha, ducha en las artes de entrecruzar lo público con lo privado, acierta en este caso en una queja: Si las cosas hubieran sido al revés, hubiera faltado tela para rasgarse las vestiduras. En cambio, Més se indigna cuando alguien se fija, sin ni siquiera moverla, en la manta que abriga una actuación que quiere inmaculada por principio incuestionable.

Nadie ha dicho ni sostenido argumentos suficientes para considerar ilegales la sucesión de contratos a la familia de Neus Truyol cuando ella era actriz de reparto principal en el Ayuntamiento de Palma. Ni siquiera se observa resquicio legal que ponga en entredicho la evolución de concursos menores hacia la adjudicación directa, pese al montante considerable de la suma de cantidades asignadas. Aún así, la película final resulta insana y solo proyecta una visión de baja calidad de una nueva versión de la mujer del César. El guion aplicado adolece de escasa ética y poca estética.

Si Neus Truyol y su familia, Més si lo quieren en otros términos, hubieran acotado un amplio intermedio de vínculos comerciales entre Ayuntamiento y empresa en sus tiempos de concejal decisiva, ahora no permanecerían al fresco tantas dudas de distinta condición y a lo mejor alcanzarían a comprobar que la información también puede ser útil para proteger los intereses comerciales de Tres Serze 35 SL y Espectavisión. No hay rentabilidad más sana que la de separar por completo negocio y política. Aunque la norma municipal invite a enlazar ambos conceptos.

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