José Carlos Llop se sumerge en la Gomila de los 70: «Aquí me formé como persona»

El escritor ofrece en ‘Gomila 70’s’ su «versión» de la plaza que frecuentó en su primera juventud u El libro, que presentará esta tarde en el centro Pelaires, fue un encargo de Camper, promotor de la reforma de esta parte de Palma

José Carlos Llop, escritor: "La plaza Gomila podía ser tanto una película de espías como una sucursal de Saint-Tropez"

B. Ramon

Jaume Bauzà

Jaume Bauzà

José Carlos Llop ha hecho un ejercicio de memoria para revisitar en un libro la plaza Gomila de los años 70, un escenario irrepetible y un tiempo de formación que coincidió con la primera juventud del escritor. «Es mi versión de Gomila», previene Llop, que habla del ambiente, los locales y los personajes que poblaron una parte de Palma que ha vivido muchas vidas.

«Era la contemporaneidad. España era una sociedad más bien cerrada y esto de aquí era Mónaco, Saint-Tropez, el mundo del cine y de la música», evoca el autor, que presentará el libro esta tarde en el Centro Cultural Pelaires a las 19:30 horas.

Gomila 70’s está editado por el Grupo Camper, promotor de una reforma que ha transformado buena parte de la plaza y sus aledaños después de años de deterioro. «Este libro surge de la lectura que hizo Llorenç Fluxá de La Ciudad Sumergida, que era la Palma de mi infancia y de mi juventud. Cuando ya estaba metido de lleno en la reforma, me pidió un libro sobre Gomila. En principio fue un encargo, pero yo lo convertí en otro libro mío», afirma Llop.

«Es un producto Camper, editado y diseñado por su equipo. Y me hacía una ilusión especial publicar con ellos porque aprecio todo lo que han hecho», añade en la terraza del Bar Bellver, que en su libro describe como «la alegría de estar en el centro del mundo».

A Llop le sedujo la idea de escribir «sobre mi Gomila, la atmósfera que respiré y los lugares a los que fui» durante unos siete años, «un ciclo vital» que tuvo lugar cuando tenía entre 16 y 23 años.

«Hay dos ciudades en nuestra vida que son muy importantes: la que aprendemos con nuestros padres, y la que descubrimos cuando salimos a la calle solos», relata Llop. La primera de esas ciudades tuvo como centro un bar, es Gallet. «Era muy pequeño y estaba frecuentado por gente mayor que yo y que no tenían nada que ver con la ortodoxia del momento. Allí concebí una parte de mi manera de ver el mundo», destaca.

«La otra ciudad fue Gomila. A los 16 años empecé a subir allí con un par de amigos. Al principio nuestro bar era el Chotis. Más tarde abrieron La Polilla y también lo hicimos nuestro. Toda la plaza era un imán, tenía un gran atractivo por los personajes que se movían en ella», recuerda Llop.

«Todo el mundo tiene su versión de Gomila: los de mi generación, los de la anterior y los de alguna posterior. La plaza es un mosaico de versiones que varían en función de quién la ha vivido, en qué época y cómo les fue la vida en este lugar», reflexiona el autor de ‘Gomila 70’s’.

«Esta plaza nos ayudó a bastantes de mi generación a formarnos como personas y a ser lo que hemos llegado a ser. Gomila era un lugar principal de la formación de un palmesano fuera de casa, de aprender los primeros conocimientos del mundo. Y hablamos de un mundo muy diferente al que podías encontrar en otras provincias españolas porque era más avanzado y cosmopolita, por no decir que era estrictamente cosmopolita. Y muy atractivo, por la belleza de sus personajes o por su manera de vestir», evoca Llop, que ha recurrido a la memoria sin nostalgia.

«No lleva a nada bueno», afirma. «Los recuerdos que hay en este libro ayudarán a otros a recrear los recuerdos que tengan. La memoria de uno despierta la memoria de los demás, y es uno de los objetivos de libros como este. Pero la nostalgia es un jarabe espeso que no deja avanzar», añade el autor.

Llop lamenta la decadencia de la plaza a finales del siglo XX — «se abandonó completamente y a veces nos preguntábamos por qué»— y descarta que vuelva a escribir un libro sobre Palma: «La ciudad seguirá estando en mis libros, pero creo que ya he cumplido con ella».

José Carlos Llop posa en la calle Nube, donde se ubicaba el bar Chotis, «nuestra mejor universidad».

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