Así es Can Vivot, el último palacio intacto de Mallorca

El casal de la calle Savellà de Palma es uno de los escasos palacios urbanos de España que se conservan prácticamente intactos, con una historia de casi 700 años en su interior

Can Vivot es el último palacio de Mallorca intacto en el continente y en el contenido. Los dueños del casal situado en la calle Can Savellà de Palma se mantienen firmes en su intención de no vederlo, a pesar de las numerosas y suculentas ofertas que reciben.

Este casal, la última gran casa señorial de la isla, conserva los elementos originales, auténticas joyas artísticas y decorativas que en su día le dieron esplendor. Entrar hoy en el palacio es adentrarse en el mundo perdido de la aristocracia mallorquina.

Abierto a las visitas


Desde 2021 el casal está abierto a las visitas de acuerdo con la ley de Patrimonio, que establece la obligación, para los propietarios de un Bien de Interés Cultural (BIC), declarado en 1995, de abrirlo al público algunos días al mes. En 1973 había sido declarado Monumento histórico-artístico.

Historia


La historia de Can Vivot se remonta al siglo XIV. De aquellos tiempos todavía se conservan elementos arquitectónicos de la fachada y los bajos del casal. A lo largo de los siglos, el palacio ha sido reformado en varias ocasiones, con tres grandes reformas en 1523 tras el saqueo que sufrió durante las Germanies, en 1680 y en 1700, cuando se llevó a cabo la reforma barroca.

En los últimos tiempos, los propietarios han alertado de las dificultades a las que se enfrentan para su conservación.

Las joyas de Can Vivot


El acceso al palacio se realiza a través de un patio barroco, sostenido por columnas corintias y una escalinata donde resalta el escudo de armas de la familia. En un lado se aprecia el claustro de las caballerizas.

En la planta noble puede visitarse la capilla con un retablo obra de Ferran Adrià de principios del siglo XIX.

La biblioteca es otra de las joyas del palacio. Está decorada con los frescos mitológicos pintados por Dardarone y las vidrieras rojizas de Soldati y guarda una importante colección de incunables góticos y de manuscritos y fondos bibliográficos que van del siglo XV al XIX.

En la película Bearn (1983), de Jaime Chávarri, la biblioteca de Can Vivot fue el salón del Vaticano donde el Papa recibía a don Toni de Bear.

Otra de las estancias era la sala de música, usada también en las recepciones importantes. En ella, hay un recuerdo del paso de Alfonso XIII y Victoria Eugenia, que se hospedaron en el palacio.

Tapices flamencos, bargueños napolitanos, un portal gótico del siglo XV reconvertido en chimenea y una Inmaculada pintada por Miquel Bestard son otros de los elementos arquitectónicos y decorativos que pueden apreciarse durante la visita.

Tras la sala de armas vienen los estrados, que es donde se recibía a los invitados según su posición social o la relación que guardaba con la familia. En esta casa hay tres, que corresponden con los que pusieron de moda los Austrias. Todos ellos tienen las paredes decoradas con damascos y pinturas. Hay un San Antonio rezando pintado por Ribera.

La alcoba real es la última parada. La tela de la cama fue un regalo de Felipe V, un tejido que provenía de la tienda de campaña que empleó en la Guerra de Sucesión.

Las visitas, que duran aproximadamente una hora, se pueden varios días a la semana.