Análisis

Jaime Martínez y Fulgencio Coll son intercambiables

Jaime Martínez (PP) y Fulgencio Coll (Vox).

Jaime Martínez (PP) y Fulgencio Coll (Vox). / B. Ramon

Matías Vallés

Matías Vallés

El teniente general Fulgencio Coll llega al campo de batalla con tres meses de retraso, cuando el enemigo popular ha consolidado el terreno okupado. Si Vox hubiera amagado en junio, sin pasar de la amenaza, con impedir la proclamación de Jaime Martínez, hoy tendría tenientes de alcalde en Cort.

En septiembre, cuando toda España sabe que Vox Balears es un pésimo negociante de los intereses partidistas que no particulares, ya solo queda sitio para un Acuerdo de 95 puntos folklóricos que se resumen en dos. Primero y ante todo, «una representación proporcional» en los momios municipales. Segundo y catastrófico, la «creación de Entidades Colaboradoras Urbanísticas Privadas» para conceder licencias, y culminar la destrucción acelerada de Palma que impulsaron José Hila y Neus Truyol con notable éxito. En cuanto a «llegar a la igualdad de las dos lenguas», implicará promocionar el catalán a gran escala.

El chasco afecta únicamente a los hipócritas del virtuosismo. Para empezar, Martínez y Coll son tan intercambiables como PP y Vox. El primero fue conseller de Bauzá, el segundo ocupó un altísimo cargo en el Gobierno de Zapatero. Se puede votar a Martínez/Coll o a PP/Vox indistintamente, sin más diferencia que elegir merluza o rodaballo en la carta.

Por ello, y aunque en el caso de Palma la papeleta es de Vox, los pactos son tan variables y aceptables como las papeletas de los colegios electorales. En una figura la ultraderecha moderada, en otra la lista de Puigdemont. Se mezclan en la urna y ofrecen un arcoíris combinatorio. Escandalizarse del PP/Vox es tan estéril como abominar del PSOE/Junts, aunque el candor resulte tan sugerente.

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