Pensar, compartir...

Mis recuerdos del Club Diario de Mallorca

Àngels Fermoselle Paterna

Àngels Fermoselle Paterna

Ya saben que lo de los recuerdos es algo tan subjetivo que ni se considera material válido para investigaciones históricas. Así que con esa premisa no consideren este escrito más que como una alabanza personal al treintañero Club Diario de Mallorca, al que deseo muchos años de vida.

Recuerdo un Club DM lleno hasta la bandera el día en que Carmen Alborch mostró en Palma, por primera vez, su libro Libres. Mercè Marrero me pidió que presentara el acto y la responsabilidad me vino como un regalo inesperado. Disfruté de un fin de semana previo enfrascada en su lectura. Conocer las historias insólitas de las mujeres destacables que seleccionó Carmen me llenó de agradecimiento y admiración hacia todas ellas, incluida la autora de las breves biografías y la propia Mercè. Compartir luego una cena con ellas dos y Pilar Garcés, fue un premio añadido.

Antes de eso, me habían permitido organizar en tan magnífico lugar un debate sobre el Parc de les Vies. En la mesa estábamos el presidente de la demarcación de Mallorca del COAIB, la presidenta del Colegio de Geógrafos y yo como representante del movimiento ciudadano que reivindicaba que sobre las vías del tren, que en ese momento se estaban soterrando, se debía crear un gran parque lineal que uniría el centro de la ciudad con Son Fuster. Desde el Gobierno municipal insistieron en venir dos participantes en lugar de uno, a lo que accedimos. Acudieron Álvaro Gijón y Rodrigo de Santos. Llegaron con grandes fotografías sobre cartón pluma que, colocadas una al lado de otra sobre caballetes, conformaban su proyecto de carretera para 30.000 coches entrando desde la autopista hacia el centro de Palma. Todo lo contrario a lo que habían prometido en campaña electoral: el Parque Central. Era la primera vez que se mostraba a las claras su proyecto y fue contra lo que luchamos y finalmente ganamos. La anécdota viene cuando, al darnos cuenta de que al acabar el debate ellos dejaban allí tan valiosas pruebas, a hurtadillas regresamos para fotografiarlo tramo a tramo y fabricamos un estupendo material de campaña de dos metros de longitud que extendíamos en ruedas de prensa y reuniones con la Administración, para que se viera claro de qué hablábamos.

Recuerdo dónde estaba sentada cuando Rubén Rial, mi profesor de Fisiología Animal, disertó en el Club sobre algo, creo que sobre Dios. No estoy segura pero es igual, porque hable de lo que hable, es un placer escucharle. Más o menos desde ese mismo asiento aplaudí cuando la directora del diario anunció que se iba a eliminar la publicidad de prostitución, que hasta entonces llenaba los anuncios clasificados. Estaba cercano el 8 de marzo y era su manera de celebrarlo.

Se me humedecieron los ojos cuando mi amigo Miquel Àngel Lladó presentó allí su libro Mai no caminaràs sol, un diario compartido con sus amistades sobre la enfermedad de su hijo Lluís, y Miquel Borràs, director del Club entonces, afirmó, por experiencia propia, que no hay vivencia más cruel que la muerte de tu propio hijo; en su caso, su hija. Un dolor que no puedo ni imaginar.

Periódico y Club son indisolubles. Se alimentan mutuamente y gracias al primero he leído las crónicas de la mayoría de los eventos a los que apenas he podido asistir porque el horario de mi trabajo, hasta hace poco, no me lo permitía. Pero eso ha cambiado y no me perdí el acto que puso la guinda al pastel de los 30 años, con discursos, homenajes, música y la conversación entre Iñaki Gabilondo y Matías Vallés.

Mis recuerdos irán creciendo esta misma semana en la que se celebrarán tres debates electorales. Allí estaré y quizás pregunte en el del día 4, con las candidaturas municipales, si creen que es propio de una ciudad digna que algunas personas mayores no se atrevan a salir de sus casas porque temen que les arrolle un patinete sobre la acera. A mí, me parece una indecencia. A ver qué recuerdo en el futuro de las contestaciones en este foro que alimenta la democracia y que Palma necesita.

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