Sant Antoni lanzó el agua bendita a los animales: perros, gatos y hasta un halcón y una lechuza en el regreso de las 'Beneïdes' a Palma

La tradicional bendición de animales congrega a una multitud en la calle Sant Miquel tras dos años sin celebrarse por la pandemia

Sant Antoni 2023 | Perros, gatos y hasta un halcón y una lechuza en el regreso de las 'Beneïdes' a Palma

Bernardo Arzayus

Ni siquiera el viento huracanado pudo ayer con la tradicional bendición de los animales que cada año se celebra en Palma con motivo de la celebración de Sant Antoni. Los ciudadanos llevaron a sus mascotas para que recibieran el agua bendita en la tradicional beneïdes que cada año se celebran por estas fechas.

Los palmesanos ya tenían ganas de recuperar estas tradiciones, después de dos difíciles años marcados por la pandemia sanitaria, que obligó a suspender todas estas históricas tradiciones de la ciudad. Por ello, nadie quiso perderse ayer les beneïdes y quien pudo llevó a su mascota hasta la calle Sant Miquel, donde aguardaba el sacerdote Joan Cozac, situado sobre la tarima, desde donde lanzaba el agua bendita que protege a los animales en honor de Sant Antoni. El religioso estuvo acompañado por las más importantes autoridades de Palma, encabezada por el alcalde de la ciudad, José Hila.

Rosario Paz acudía por primera vez a la calle Sant Miquel acompañada por sus mascotas. Tiene dos perros y uno de ellos, de la raza pastor alemán, con frecuencia suele estar enfermo. «Necesito la bendición y por esto he venido». Y es que el perro, como suele ser habitual cada año, fue el animal que más bendiciones recibió desde lo alto de la tarima desde donde se colocó el sacerdote para repartir el agua bendita.

Julia López llevaba en brazos a un perro de la raza galgo. El can aún es pequeño, porque tiene cinco meses, pero va a crecer en breve. Su propietaria «para sentirse más tranquila», quiso que el animal recibiera también la bendición religiosa. 

Cristina Vicente acudió con su madre, arrastrando un carrito en el que llevaba un bonito perro Pomerania. El animal tiene apenas dos años y su dueña quiere protegerle para que sea un perro sano. «Quiero que crezca sano y estoy segura de que el agua bendita lo va a proteger».

Tampoco faltó este año la actuación de la banda municipal de Palma, que con su música amenizó la jornada festiva de la ciudad. Los cuatro perros especialistas en detección de drogas, llevados por sus monitores de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, fueron los primeros en recibir la bendición. Y es que tampoco las fuerzas de seguridad faltan ningún año a las tradicionales beneïdes.

Al ser una jornada escolar se vieron pocos niños ayer por el centro de Palma. Quien no faltó fue Pau, que se vistió con el traje tradicional de payés y que acompañó a sus padres para que su perro mestizo, que ya tiene once años, recibiera la bendición religiosa. Los padres del niño también se vistieron con la tradicional ropa que conmemora esta fecha tan importante para la tradición de la isla, como es el día de Sant Antoni. «Tenemos que reivindicar nuestra raíces y proteger nuestras tradiciones», señalaba Neus Riera, que se mostraba especialmente feliz después de que su mascota fuera rociado con el agua bendecida.

Casi los últimos en pasar por delante del sacerdote fueron las socias del club de cetrería de Baleares, una asociación que se creó hace ya medio siglo de la mano del popular científico Félix Rodríguez de la Fuente. Los socios llevaron un espectacular ejemplar de águila y dos bonitas lechuzas, que a pesar de la multitud que llenaba la calle se mostraron en todo momento muy tranquilas. Margarita Alemany, socia de esta asociación, presumió de pertenecer a una de las asociaciones más antiguas del país que se preocupa por la protección de estas aves en peligro de extinción.

Tampoco faltaron en esta celebración los ancianos de la residencia de Sant Miquel, que cada año se colocan junto a la tarima donde se ubica el sacerdote, para no perder un solo detalle de la bendición de los animales. Los ciudadanos agradecieron la presencia de los caballos de la Policía Montada de Palma, que entre aplausos abrieron el desfile que comenzó desde la Seu y llegó hasta la calle Sant Miquel.

 Lo que dejaron claro los asistentes a esta bendición es que los vecinos de Palma no están dispuestos a olvidarse de la tradición que ha marcado la historia de la ciudad.