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El Verge de Lluc salta contra la segregación

El curso pasado este centro de Llevant vertebró la Xarxa conta la Segregació Escolar a Palma para llamar la atención sobre esta realidad

Dos niñas juegan en el patio, que en el CEIP Verge de Lluc es espacio de diversión y también de aprendizaje. B. Ramon

Si en una clase hay un alumno con más necesidades que otro (porque no entiende el idioma, porque la situación económica de su familia es muy débil, porque en su casa no hay libros ni otros recursos para aprender, porque tiene una discapacidad...), el profesor es consciente de que va a tener que adaptar su manera de enseñar, que la receta general a este niño no le va a valer. Que para formar y educar a este chaval va a necesitar más tiempo y recursos. Pero ¿qué pasa si el número de alumnos con necesidades va creciendo sin parar curso tras curso? ¿Qué pasa si llega un momento en que más de la mitad de tus estudiantes necesitan esa atención extra?

Entonces has de cambiarlo todo. Y alzar la voz: «Esto no es sostenible». Ni justo: ni para los profesores, ni para los niños que tienen necesidades ni para los que no las tienen, ni para las familias.

El colegio Verge de Lluc se ha visto en esta situación. Hace dos cursos el 54% de su alumnado era NESE, o de Necesidades Específicas de Apoyo Educativo. La mayoría tienen esas necesidades por vivir en hogares muy vulnerables o por ser migrantes (muchos llegaban con el curso ya iniciado, aunque el año pasado consiguieron que Educación no les desviara más alumnos con necesidades cuando ya habían empezado las clases).

Este colegio del Llevant de Mallorca vio claro que adaptarse no era una opción sino el único camino posible y en 2013 cambió totalmente su manera de trabajar en la etapa de Infantil y en 2016 comenzó la revolución metodológica en Primaria. Y la cosa funciona, hasta el punto de que se van quitando la etiqueta de centro gueto y desde hace dos cursos ya matriculan familias que lo solicitan como primera opción, atraídas por su proyecto educativo.

Antes de entrar en el colegio, el visitante ya ve que ahí dentro no se va a encontrar un colegio ordinario. La fachada luce desde este año un gran mural del artista callejero Abraham Calero, formado por fotos de la infancia de diferentes personas que los niños han elegido como referentes: de Anna Frank a Eli, la mujer que les hace los bocadillos de la merienda en el colmadito del barrio.

Al pasar la recepción, el pasillo aparece decorado con una delicada exposición de retratos de familias del centro. Las fotos de Albert Aguilera son en blanco y negro, muy sencillas, pero transmiten mucho: diversidad, cohesión, orgullo, comunidad. En este centro se ha querido aprovechar todo el espacio para transmitir mensajes, enseñar, buscar que los chavales se encuentren a gusto y despertar su curiosidad: de libros variados a un acuario con dos tortugas, pasando por sofás y colchonetas para que los alumnos tengan un sitio para estar tranquilos.

Un grupo de alumnas durante el tiempo de relajación tras subir del recreo. B. Ramon

Iñaki Aicart, que fue cara visible de la Assemblea de Docents, es uno de los maestros implicados en esta manera de trabajar inclusiva, que busca poder atender a los que van más rezagados y seguir dando cancha a los que van más avanzados. ¿Cómo? Explica el caso de Primaria, donde mezclan a los alumnos de diferentes edades. Hacen grupos con estudiantes de los 1º, 2º y 3º por un lado y de 4º, 5º y 6º por otro (con entre 10 y 13 niños por grupo) y les proponen diferentes actividades según el nivel. Además, ofrecen talleres extra a los que los niños se apuntan voluntariamente (como uno sobre las cúpulas de Leonardo da Vinci, por ejemplo).

Han configurado cinco espacios de aprendizaje, incluyendo el patio: allí aún se ven vestigios de lo que hacía de pista de fútbol y ocupaba el 80%, pero ahora el espacio está lleno de elementos atractivos para disfrutar en el tiempo de recreo, pero también para aprender en horas de clase (una zona con árboles y un pequeño huerto; una cocina; una cama elástica grande; mesas de picnic...).

Cada día, de 9 a 9.30 se reúnen en asamblea, se hacen anuncios y propuestas y se puede hablar de cómo se encuentran. De 9.30 a 11 horas toca espacio de aprendizaje (de lengua, de matemáticas...). Tras el patio, antes de encarar otra sesión de aprendizaje significativo, hacen relajación: pintan un mandala, meditan con los ojos cerrados, están un rato tumbados con las luces apagadas...

Un grupo de alumnos se dirige a clase tras el tiempo del patio. B. Ramon

Aicart explica que eso les ayuda a encarar mucho mejor la sesión posterior. Además, el maestro asegura que con todos los cambios que han ido introduciendo han conseguido bajar mucho los problemas de convivencia.

Pese al cambio de metodología, el curso pasado este centro ‘saltó’: no es sostenible tener más de un 50% de alumnado con necesidades. Por eso, crearon la Xarxa contra la Segregació Escolar a Palma.

Según los investigadores Joan Cuevas y Xavier Bonal la segregación escolar es una distribución desigual del alumnado entre los centros educativos de un territorio que provoca que algunos centros tengan un porcentaje de alumnado de origen migrante o con necesidades socioeconómicas y de otro tipo por encima de resto de centros de su zona. Este desequilibrio dificulta la atención individualizada y añade un factor de estrés a los docentes, y provoca a su vez que estos centros sean poco deseados por otras familias, creando así un círculo vicioso.

Según los datos recabados por el Verge de Lluc a través del Portal de Transparencia del Govern, el 78% del alumnado con necesidades de apoyo de apoyo se concentra en centros públicos. La zona C (que incluye barrios como Son Gotleu, Pere Garau, Son Cladera y Nou Llevant) es la que la arroja las diferencias más notables, con centros públicos donde el 50% del alumnado es NESE mientras otros no superar el 15%.

El curso pasado el 22% de los centros educativos de Palma tenían más de un 30% de alumnado NESE, que es el tope máximo que fija la propia conselleria de Educación en su normativa, en concreto en el Decreto de Escolarización. Casi el 79% de estos centros con más alumnos NESE de lo que Educación recomienda son de titularidad pública, cuando en Palma el 44% de centros son de la red concertada, subraya la Xarxa contra la Segregació Escolar. Aicart matiza no obstante que también se ven grandes diferencias entre determinados centros públicos de un mismo barrio.

El Verge de Lluc reivindica la diversidad de sus familias como un motivo de orgullo y se ha adaptado para abrazar esa diversidad, pero cree que toda la red educativa de Palma debería implicarse en esa acogida por igual.

La zona C se dividirá en tres y se plantea un pacto de escolarización 

En municipios como Manacor, Inca y Sa Pobla todos los centros públicos y concertados han pactado un reparto equilibrado del alumnado NESE. En Palma hace años que se persigue un pacto así, sin éxito. Educación, en principio el curso que viene, dividirá la zona C (que incluye desde Platja de Palma, hasta Nou Llevant, Son Cladera, Verge de Lluc, Pere Garau, Son Gotleu....) en tres zonas. A partir de ahí, ha diseñado una propuesta de pacto que las partes ya implicadas ya tienen sobre la mesa desde julio. Antoni Morante, director general de Planificación, Ordenación y Centros, explica que están pendientes de que la patronal concertada Escola Catòlica se pronuncie. Morante señala que otra manera de combatir la segregación es hacer atractivos esos centros que no demandan las «familias más acomodadas» por tener más alumnos NESE y romper el círculo vicioso de los ‘colegios gueto’. ¿Cómo? Con más recursos y profesorado y dándoles prioridad en determinados proyectos, y también, según se negocia ahora, con una futura reducción de ratios. Asimismo, la Conselleria ha conseguido blindar legalmente que todos los centros reserven una serie de plazas hasta principio de curso para adjudicarlas a alumnos nouvinguts.  

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