Con el del pasado viernes, las playas de Palma han soportado 342 vertidos de aguas pluviales y residuales desde 2011, más de un centenar de ellos durante las temporadas de baño, y no siempre señalizados con bandera roja, según denuncia el equipo de gobierno en el Ayuntamiento.

Desde el pasado mes de mayo, la tela bermellona ha ondeado en 13 ocasiones para indignación ciudadana, que ha visto cómo le prohibían meterse en el mar en pleno verano. El problema de fondo, el desbordamiento de agua pluvial y fecal al mar en cuanto llueve, no se solucionará hasta que esté acabado el tanque de tormentas, una especie de almacén de líquido, que evitará que el agua sucia vaya directamente a la bahía cuando la depuradora del Coll d'en Rabassa no pueda asumir tanta cantidad de residuales de golpe.

"Si este agosto no hubiera llovido, no habría pasado nada", afirma Víctor Fernández, responsable de Depuración de Emaya. El técnico se refiere a los vertidos de aguas sucias al mar, que obligan a cerrar playas y a izar la bandera roja de inmediato.

El agua de cuatro municipios

Dejando aparte las posibles averías en una instalación de más de 40 años, los vertidos de aguas pluviales y fecales se producen cada vez que llueve, porque la ya saturada estación depuradora del Coll d'en Rabassa, la EDAR II, no puede asumir todo el caudal de agua que le llega de golpe, no solo de gran parte de Palma (la depuradora de Sant Jordi depura el agua de Platja de Palma), sino de Esporles, Bunyola y BunyolaMarratxí. Además, la red de pluviales de Palma está unida a la de fecales, por lo que no es posible cortar este flujo y hay que darle una salida, explica Fernández.

Por eso, aunque en Ciutat tan solo hayan caído cuatro gotas, en realidad, a la depuradora del Coll llega mucha más agua, la acumulada en los otros municipios, y no hay manera de darle otra salida que no sea vertiéndola al torrente Gros o por los aliviaderos que, en ambos casos, desembocan en el mar, añade Fernández. En caso contrario, el agua sucia se desbordaría dentro de la misma depuradora y en otros puntos de la red de saneamiento, advierte el responsable de Depuración de Emaya.

La depuradora del Coll trata entre 60.000 y 75.000 metros cúbicos de agua a diario y una cantidad por encima de esas cifras supone el desbordamiento de los decantadores de la planta, los tanques donde se va filtrando el agua residual para depurarla. Fernández no puede dar una cifra exacta, no se sabe cuál es la cantidad que provoca el rebosamiento porque no hay caudalímetros en los conductos de entrada a la EDAR II.

El responsable de Depuración de Emaya recuerda que estas instalaciones se construyeron a principios de los 70, para una determinada densidad poblacional, y actualmente asumen la depuración de aguas de cuatro municipios que, sobre todo Palma y Marratxí, han crecido mucho.

Ni 'parches' ni apaños

Este ingeniero asegura que no hay posibles 'parches', ni apaños o medidas de emergencia para evitar estos vertidos en las playas, como han reclamado organizaciones y entidades vecinales. La solución será el tanque de tormentas, que se comenzará a construir antes de que acabe esta legislatura,junto a la nueva depuradora del Coll, y que permitirá 'almacenar', como mínimo, 25.000 metros cúbicos de agua residual antes de depurarla, por lo que se contará con ese margen antes de verse obligados a desviar el agua sucia al mar. También se construirá un nuevo colector de agua desde el centro hasta la depuradora.

La actual estación del Coll recibe el agua de Palma y de los otros tres municipios por distintas entradas, ayudada por las estaciones impulsoras, pero es a su llegada a la EDAR II donde se produce el problema, pues la planta no tiene capacidad para asumir y depurar todo ese caudal en tan poco tiempo. Se aguanta al máximo antes de 'girar' las estaciones impulsoras para impedir que el agua siga entrando en la depuradora, detalla Fernández. Así que ese agua se arroja al mar por los distintos aliviaderos de la red.

Además, el agua mixta que no puede asumir la depuradora también llega al mar por el torrente Gros, ya que cuando se desborda la red de saneamiento, el agua sin depurar acaba en su cauce.