­Al santo de las flechas, al que da imagen a Palma, le dan aliento los foguerons. Con el encendido de las piras, Sant Sebastià entona su canto festivo. El del 2013 se elevó con el siguiente mantra: "Y si el tiempo lo permite..." Lluvia para el arranque de una fiesta que se prendió con poca chispa, leña mojada aparte. Menos gente, menos plazas, menos música, menos dinero, más crisis. Menos fuego. Más agua. Y al final, para avivar ese tibio inicio, viento. El aire puso a bailar el humo dejando un perfume nuevo para una ciudad en bronca con sus basuras. La saeta del santo patrón tan certera.

Los más puntuales, los turistas, cenados o no, pero atentos a una ciudad vallada. En Cort sonaban los acordes de ensayo del grupo Mishima y los allí congregados creían que aquello ya era la fiesta. El cantante del grupo les animó a esperar: "Volvemos más tarde". En un lateral del Ayuntamiento, la Assumpció de Son Espanyolet aguardaba la salida de gigantes y cabezudos y del drac de na Coca, Vulcano de la fiesta al que tras una larga espera en la plaza Major se sumó el alcalde. Este año sin pitada general, y con un menor aforo, la verdad.

El gran fuego, el fogueró principal arrancaría a las 20 horas. Antes ya brillaban las fogañas del PSOE. En Miracle sonaba La Internacional mientras los socialistas montaban su chiringuito: "Oferta, 4 euros, bandeja para torrar, pan y bebida". Un hombre con chándal metía el brazo entero en el cubo de basura. No hubo puños en alto. ¿Quién los recuerda?

No importó que a la plaza Santa Eulàlia la hayan dejado muda. Desde el chiringuito de Esquerra Unida, parada que bautizaron como Taberna del Elefante, animaban con sátiras y estandars musicales. Muy cerca, los de sa Bodegueta tomaban fuerzas para una noche que imaginaban larga, incluso abrieron una pequeña ventana mostrador para servir croquetas y tapas caseras, sin olvidarse de sus cremadillos, a 3,50 el vaso, y la pomada, a 4,50 euros.

Queso gruyère

Merodeaba por la zona, hacía tiempo, un histórico, Pep Vallverdú, un hombre de tablas, feliz de haber concluido su tesis doctoral sobre Schakespare en Barcelona, y de estar en Palma. "Vengo de dar vueltas", decía. Era fácil dárselas porque esta Revetla ha sido un queso gruyere, había huecos por todas partes.

Bajo las arcadas de Palau Reial, los del PP con la ya tradicional cola de personas que, invitación en mano del partido, iban a por su bandeja de carne y vino. José María Rodríguez, María Salom y Sandra Fernández, entre los primeros. Llegaría después Isern.

El top manta apuraba la fiesta y sacaba sus copias de Adidas. En la plaza del Olivar un músico tanteaba sus tambores y daba calor a una noche muy Blade runner. Bajo el pórtico del mercado, una pareja de clochards se marcaban un agarrado propio de arrojados de la vida. Estampas de una Revetla que no pasará a la historia a pesar de que muchos le dieron una oportunidad al santo y se echaron a la calle con su uniforme: "Cada año saco la misma ropa porque mantiene el olor de humo, y ya es suficiente con una camisa y unos pantalones ahumados", decía entre risas y llamas un ciudadano.

Si al santo le restas, no se le pueden pedir milagros. La Revetla de 2013 fue espejo de una ciudad que ayer le dio un plante al patrono porque las flechas del paro, de los despidos, de los recortes sanitarios y en educación, de los casos de corrupción que asolan a quienes están al frente del gobierno, por más que se les haya votado, duelen demasiado.