El castillo de irás y no volverás

No hay duda de que los últimos acontecimientos destapados a nivel político abundan una idea. La creencia cada vez más generalizada entre la gente en que política equivale a corrupción. Esta italizanización resulta muy grave. Pero sobre todo por reduccionista. Es muy fácil emplear los clisés, extender las culpas y dictar sentencias.

Los casos de corrupción se van acumulando. Se denuncian. Lo triste es el velo de silencio que cae sobre otro hecho peor. La pura y sencilla incompetencia. La falta total de criterio.

Son centenares las personas que acuden a la adminstración con ideas o proyectos. Generalmente la respuesta es unánime: "No hi ha doblers". Eso pasa ahora y ha ocurrido siempre.

Lo insultante es que, al mismo tiempo, esos políticos que denegaban ayudas a acciones de base pudieran plantearse gastar 1´4 millones de euros en un castillo de pacotilla. Mientras el verdadero castillo de Bellver tiene carencias y problemas, se empleaba en ese remedo esperpéntico más dinero que en el verdadero castillo. Es un escándalo de ignorancia y catetismo.

Probablemente, está más extendida la estulticia arrogante que la corrupción. Vemos diariamente ejemplos de decisiones políticas sin pies ni cabeza, aberrantes desde cualquier punto de vista más o menos documentado. Y lo más grave es que parece lo más normal del mundo.

El castillo de irás y no volverás se traga a esos dirigentes que no saben que no saben. Que se creen investidos de saber infuso por el hecho de haber trepado en las listas electorales. Y disponen de los fondos públicos con una ligereza sólo acorde con su falta de conocimiento e ineptitud.

Es escandaloso que se destinen cantidades de esa índole a obras públicas, cuando las verdaderas necesidades de la cultura o la ciudad están en estado menesteroso. Los monumentos se resquebrajan o caen. Pero mientras se encargan réplicas de plástico, con un coste millonario.

Se me ocurren miles de maneras de emplear esos 1´4 millones de euros. Desde luego mucho más urgentes que ese adefesio monstruoso, cada tornillo del cual debe de haber sido presupuestado en 150 euros.