Resulta que los árboles no dejan ver el bosque, o, en este caso, el castillo de Bellver.

El patrimonio vegetal molesta. La petición de ARCA, pidiendo que se eliminen del bosque de Bellver varios árboles por ser demasiado grandes, me causa perplejidad. Siendo ARCA una entidad que se dedica a la conservación del patrimonio, no salgo de mi asombro, pues considero que no sólo lo pétreo debiera ser considerado como tal. Creo que el patrimonio verde también debe ser valorado y tenido en cuenta.

¿Atacan las raíces o las ramas la estructura del castillo, su integridad? Si no es el caso, creo que hay, literalmente, más de un punto de vista.

Por defecto profesional , al provenir del mundo audiovisual, tiendo a considerar diferentes perspectivas, a mirar desde varios ángulos.

Literalmente, el punto de vista frontal elegido muestra cómo algunas copas cubren una parte de la silueta del castillo. Además, esto puede verse acentuado desde un ángulo contrapicado como es la vista desde el paseo marítimo al que ARCA alude. 

Lo que es evidente es que no sucede lo mismo desde las vistas laterales. 

Al llegar al castillo, descubrimos que no hay árbol es tan cerca que impida la contemplación del mismo. Al acercarnos podemos observar la desnudez de la piedra, sin pudorosas ramas ni hojas que lo protejan de nuestra admiración.

Sucede que los árboles tienen la molesta costumbre de crecer. El castillo no puede moverse, pero los árboles tampoco. Han echado raíces y también pertenecen al lugar.

Quizás somos nosotros los que deberíamos armonizarnos con la naturaleza y adaptarnos a sus ritmos; convivir con ella, no eliminarla.

Desde un punto de vista conceptual, tener otro punto de vista y adaptarse podría ser tan sencillo como adoptar las premisas de jardines y paisajes de otras latitudes: sugerir, en vez de mostrar todo a simple vista; invitar a descubrir y a recorrer el camino. 

Contemplar la belleza, más allá de la visual de una silueta.