Opinión | DESDE EL SIGLO XX

El signo de los tiempos: se va Yolanda, llega Alvise

La renuncia de Yolanda Díaz a seguir en la dirección de Sumar no solo es su fracaso, sino también el de un artefacto que nunca ha sido un partido, que, además, careció de proyecto; su ocaso coincide con el alumbramiento de Alvise, algo así como el Milei español

Yolanda Díaz.

Yolanda Díaz. / Europa Press/Contacto/Alberto Gardin

Empecemos por el alumbramiento, anunciado por las encuestas como el del futuro Mesías prometido, que no es otro que el de Alvise Pérez, su Se Acabó la Fiesta, peculiar nombre para la candidatura del avispado fantoche neofascista que la encarna. Alvise, con el que Vox (atención al dato) se apresuró a establecer comunicación inmediatamente después de conocerse los resultados del domingo, posee similares hechuras que las del presidente de la República argentina, Javier Milei; no desentona del expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro; tiene poco que envidiar al vicepresidente del Consejo de Ministros Italiano, Matteo Salvini, con el que comparte querencias, y es tan bocazas como el expresidente y posible nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con quien, además, le une la presencia en los tribunales de justicia, los norteamericanos por el momento escasamente complacientes con el candidato republicano, al contrario que los españoles, siempre prestos a acunar los intereses de las derechas. Alvise no parece que vaya a ser un visto y no visto, mera flor de un día. La equiparación con Ruiz Mateos, el del que te pego, leche, llama a confusión: el dueño de Rumasa era sobradamente conocido cuando fue eurodiputado; en la década de los 80 del pasado siglo no existían todavía las redes sociales, el mundo era otro. Alvise aparece cuando la extrema derecha está en boga en medio mundo, algo menos en las Españas. El energúmeno se presenta con fuerza. Otro de su calaña, Jesús Gil y Gil, se aposentó en Marbella y tuvo mayorías aboslutas. Allí le siguen añorando, lo prueba conocer las andanzas de la que hoy es su alcaldesa, que anda tan sobrada como su fenecido predecesor. Alvise desbarra tanto como los citados, barbota las mismas incoherencias, a las que hay que incorporar que amenaza como el salvadoreño Bukele. La suya es completa carta de presentación. Enloquecida. Apostemos a que secretamente admira a Putin. En Mallorca ha obtenido resultados abultados, de los mejores de España. Ha pasado por encima de la beatífica congregación de Més (antes PSM) que pastorea el reverendo Apesteguía, del todo incapaz de entender el signo de los tiempos. Mal lo tiene la izquierda, a ello vamos.

Yolanda Díaz se marcha antes de que la pasaporten. El fracaso de su gestión es estrepitoso. No ha sabido crear el partido político que se había propuesto. Su confederación de izquierdas autónomas, trasunto de la CEDA de la Segunda República, adoleció de la cohesión que tuvo el invento de José María Gil Robles, que, por supuesto, como la derecha siempre ejecuta, ayer, hoy y mañana, se une por intereses dejando de lado la ideología cuando hay que arrumbarla. Podemos se ha salido con la suya. Pablo Iglesias, destructivo porque no le sale ser otra cosa, asiste complacido al apiolamiento de la que nombró sucesora, al pasarle por el forro hacerlo. Pero Podemos también es desvaída sombra de lo que fue. La izquierda a la izquierda del PSOE entra en agonía. En Mallorca es páramo, incluyendo al PSOE de la reducida a escombros Francina Armengol y alguna que otra inútil diletante (Aina Calvo) aposentada en Madrid. Si los afiliados no jubilan a todas y a todos los que cacarean en el Parlamento balear, mal, muy mal, lo tienen para sacar la cabeza del hoyo. Con Yolanda desaparece ilusión que no fue más que eso: vana ilusión.

Acotación sonrojante y carcajeante.- El integrante del convoluto de Campos, Sebastián Sagreras, portavoz del PP, afirma que en las elecciones del domingo «la ciudadanía convalida y refuerza las políticas de Marga Prohens». No todos somos lerdos. Pedirle cierta imaginación ni para él es excesivo. O sí.

Suscríbete para seguir leyendo