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La opinión de Monti Galmés: El mallorquinismo y la equipación del Pontífice

La grada mallorquinista en el fondo norte de La Cartuja en la final de la Copa del Rey.

La grada mallorquinista en el fondo norte de La Cartuja en la final de la Copa del Rey. / RCDMALLORCA

Una ciudad agobiante. Sevilla era el sábado, día 6 de abril, una ciudad agobiante, con absoluta mayoría de blanquirrojos con chapela, banderas con leones y vasos de cerveza en la mano, gargantas profundas cantando a su Athletic Club y celebrando de antemano el triunfo sobre el Real Mallorca, pues así lo deseaba también Tebas, al mencionar un día antes que ya era hora de celebrar el paseo en gabarra por la ría de Bilbao. La victoria bilbaína llegaría pasada la medianoche, o sea ya en domingo, antes fiesta de guardar.

El desplazamiento. Los mallorquinistas que se desplazaron en masa, fueron más de 20 mil y son por muchas razones los verdaderos héroes de esta epopeya. El gasto económico por persona fue muy considerable, pero también lo fue el desgaste físico. Cuantifiquemos los traslados al puerto, viaje en barco, en butacas o tumbados en el suelo, comidas y bebidas, siguiendo ruta en autobús desde Denia o Valencia a Sevilla y regreso. O en avión, bien sea en vuelo directo o vía Málaga, Granada, Barcelona o Madrid continuando después el viaje en tren o coche de alquiler. La entrada al estadio tenía un coste entre 100 y 250 euros. Pernoctar en la capital andaluza, si tenías la suerte de encontrar una habitación libre, valía un pastón. O sea, ilusión a raudales con desgaste económico familiar, todo por apoyar, por disfrutar, para celebrar la cuarta final de Copa de nuestro Real Mallorca. 20 mil camisetas, gorros y bufandas con historia, algunas de ellas pasadas de padres a hijos. Emociones para recordar.

20 millones de euros. Analizando lo que representa que en 48 horas 20 mil isleños salgan y regresen a Mallorca, podemos decir que es un hito, un ‘benchmark’ en esta nuestra isla que ya ha roto moldes turísticamente hablando. Un éxodo de ida y vuelta, voluntario, pasional. Seguro que el gasto conjunto se puede cuantificar en más de veinte millones de euros. Familias, parejas, grupos de amigos, peñistas, se han rascado los bolsillos para dar soporte a un equipo, el Real Mallorca, que como diría algún político, se dejó la piel en el campo.

Reconocimiento público. La afición mallorquinista se merece un largo aplauso y un reconocimiento público por parte de las autoridades. Ánims Sr. Jaume Martínez, sí se puede Sr. Xavier Bonet! Una placa conmemorativa o una obra escultórica situada en algún lugar de la plaza de las tortugas, visible, en lugar prominente, en donde hacerse un selfi o foto de grupo como recuerdo. Los colores rojo y negro unen a la gente y no discriminan ni clases sociales ni tendencia políticas, tot Mallorca esta amb tú, com el Mallorca no hi ha ningú...

La sede y el horario. Muchos son los que se preguntan por qué se juega el partido de fútbol a las 10 de la noche en lugar de hacerlo a las 8 o a las 9 de la tarde. La audiencia de televisión manda, aunque sea a costa de los ciudadanos, familias y niños. Contrasta este hecho con los deseos de la ministra Yolanda Díaz de cerrar los restaurantes más pronto por las noches, pues el cenar tarde no es bueno para la salud, dice la ministra de trabajo. Sin embargo, ya se sabe que el fútbol va a su bola y no tiene compasión, hay que pensar en el balance anual. ¿Por qué se fija tan de antemano la sede sin saber quién juega la final? Todas las ventajas son para los equipos de la península. Cuando juega algún equipo de las Islas Baleares o Canarias, la sede debería de estar en una ciudad de la costa mediterránea, o atlántica para facilitar al máximo los desplazamientos de los fans.

La segunda camiseta del Pontífice. Es curioso que el mismo día de la final, en Roma, Ciudad del Vaticano, a 1.656 kilómetros de distancia desde Sevilla, la presidenta del Congreso de los diputados, Francina Armengol, hacía entrega de una camiseta del Real Mallorca a SS el Papa Francisco, con motivo de la audiencia que este le había concedido. Es curioso que este objeto representativo de un club de fútbol privado, una SAD, sea considerado como regalo representativo de la tercera autoridad del estado español. Supongo que otros artículos tipo siurells, ensaimadas o CD’s d’en Tomeu Penya fueron desechados previamente.

Estoy convencido de que el Papa Francisco vio por la televisión el partido y lo atendió despierto hasta el final, pues el Pontífice es ya fan del RCDM desde 2016. La camiseta entregada por la presidenta Armengol es ya la segunda equipación mallorquinista que tiene en su armario vaticano, la primera, se la regalé yo siendo presidente del Real Mallorca, con motivo de la celebración del centenario. A mí me deseó suerte para el Mallorca y después bajamos a Segunda B. A la Sra. Armengol seguramente le dijo lo mismo y horas más tarde perdimos la final. Habrá que pensárselo para el futuro.

Vamos Mallorca! Escribió Matias Vallés en su artículo ‘El Mallorca pierde a lo campeón’: La copa ha muerto, viva la liga. Pues eso, lo que verdaderamente importa es seguir en la Primera División.

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