Opinión | Al Azar

Mallorca se vuelca en la Copa

El club estadounidense Real Mallorca ha logrado la rara unanimidad de la isla del mismo nombre, donde cada uno de su millón de habitantes solo mira por sí mismo, y a condición de que no se lo pregunten. La conquista de Sevilla previa derrota del Bilbao, que ya tiene guasa geográfica, ha significado la mejor expresión de comunidad desde la manifestación contra el TIL del madrileño José Ramón Bauzá. El mayor éxodo masivo de la historia se lleva a cabo bajo una bandera roja y contra pronóstico, porque los favoritos son los de fuera. En esta subordinación a los extranjeros sí cabe hablar de una identificación con la historia reciente.

Antes de que un exaltado esgrima la palabra «pueblo» para hablar de los escépticos mallorquines, se aportará aquí gratuitamente la receta para ganar la Copa del Rey No Emérito. Aunque los propietarios estadounidenses no entienden el empate por inexistente en su país natal, la única oportunidad del Mallorca ante el Bilbao consiste en derrotarle por cero a cero. Y no por uno a uno, como aseguran algunos inconscientes, porque los leones despertarán en cuanto comience la derrama de goles. Abrir el marcador en San Sebastián estuvo a punto de costarle la semifinal a los bermellones. Se necesita la misma disciplina para no marcar que para no ser marcados. Si la final continúa en juego a las 00.30 del domingo, los emigrados a Sevilla volverán campeones. Si el partido acaba a medianoche, el Mallorca será el club ceniciento que pierde sus zapatillas de cristal en el baile.

Esperar y ver, como tantas veces en nuestra historia. La relación probabilística de fuerzas es un sesenta a cuarenta para el Bilbao, pero Mallorca se ha volcado en la Copa con mayor pasión que los propios jugadores. Llevar al equipo en volandas es una expresión inhabitual en las crónicas futbolísticas locales, pero la afición extendida no solo pretende contemplar un espectáculo, quiere protagonizar la final y arrancar el trofeo. Sigue siendo extraño, ver a tantos mallorquines detrás de una misma bandera.

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