Opinión

La segunda muerte de Antoni Benaiges

Una escena de la película 'El maestro que prometió el mar'.

Una escena de la película 'El maestro que prometió el mar'.

En la emocionante y delicada película El maestro que prometió el mar, una breve escena sirve para entender de dónde viene la herida original de España. Pocos días después de llegar al pequeño pueblo burgalés de Bañuelos de Buruera, el nuevo maestro catalán Antoni Benaiges, convencido defensor de la educación laica y moderna de la entonces joven República, recibe la visita sorpresa en plena clase del párroco del pueblo. «¿Con qué derecho se cree usted a descolgar a Nuestro Señor?», le espeta al profesor cuando se da cuenta de que este ha sacado la cruz que siempre había presidido el aula. El maestro le responde que desde que ha ganado la República, «la educación es laica» e invita al párroco a abandonar la clase. El incidente sirve para ilustrar que lo más osado que intentó la República fue intentar reconquistar las aulas y liberarlas, aunque fuera durante un breve tiempo, del yugo del catolicismo.

No es pues ninguna sorpresa que la historia del maestro Benaiges, como la historia de España, terminara mal, como reza el verso de Gil de Biedma. Al maestro y protagonista de la película que pagó con su vida el ideal de una educación mejor se le rinde hoy tributo en una escuela-museo, pero todavía no han podido encontrarse sus restos.

La paradoja es que en Castilla y León, donde fue fusilado Benaiges, el Gobierno de PP y Vox ha tumbado el decreto local de Memoria Histórica que se impulsó en 2018, y lo ha sustituido por una nueva ley de Concordia, que a pesar de su nombre tiene como única finalidad blanquear el franquismo, silenciar los crímenes de la dictadura y paralizar la búsqueda de los muertos. Todos los Benaiges que están todavía en paradero desconocido tendrán que esperar unos años más, al igual que todas las fosas comunes todavía por explorar de Aragón, Valencia, Baleares o Extremadura, donde las coaliciones de extrema derecha gobiernan con el objetivo programático de arrasar todas las leyes de memoria histórica. En realidad, lo que están haciendo los diferentes gobiernos regionales de PP y Vox es iniciar la restitución moral del franquismo, como si los asesinos de Benaiges volvieran ahora, por gobiernos autónomos interpuestos, a resarcirse de sus crímenes. Lo que es chocante no es que la derecha y extrema derecha se unan en contra de una memoria histórica que en realidad nunca ha podido ejercerse en plenitud, sino que lo hagan con la alfombra roja de la mayoría de grandes medios, sin que se genere ningún gran escándalo. Hemos pasado meses de histeria patológica en contra de la amnistía, esta sí con todos los altavoces a favor, y por contraste el abandono de los asesinados por una dictadura avanza sin apenas resistencia social. La España que mató al maestro de Bañuelos quiere volver a ganar la guerra, porque en realidad sabe que no le bastó la victoria militar: los republicanos perdieron pero lograron ganar la guerra más importante, la del relato, que quedaba blindado con la ley de Memoria Histórica. Si dejamos que los vencedores vuelvan a vencer, los muertos como Benaiges volverán a morir, pero esta vez para siempre.

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