Opinión

Terrorismo en Rusia

Imagen de archivo de un bombardeo en Siria

Imagen de archivo de un bombardeo en Siria / EP - Archivo

A diferencia de las personas, las ideas no se matan a bombazos y la última prueba la tenemos en el Estado Islámico, el ISIS, que fue derrotado en Siria e Irak después de haber dominado un territorio similar a media España en su intento de recrear el Califato como primer paso para extender el dominio del Islam por el mundo. Israel debería tomar nota cuando habla de acabar con Hamas, recordando que también quiso terminar con la OLP de Arafat expulsándola de Cisjordania en 1967, de Jordania en 1971, de Líbano en 1982 y hoy gobierna en Ramalla a escasos 20 kms de Jerusalén. Las ideas no mueren, se transforman, se adaptan y siguen vivas muchos años después.

También el ISIS sigue vivo. Se calcula que todavía cuenta con unos 18.000 combatientes escondidos y prestos a tomar las armas a la menor oportunidad para luchar por los ideales medievales que les inspiran. Y es que «hay gente pa tó», que dijo el torero Rafael el Gallo cuando se enteró de que Ortega y Gasset era filósofo. Expulsados de Oriente Medio se han extendido hacia el Sahel (Malí, Níger, Burkina Faso, Nigeria...), donde la pobreza y la falta de capacidad gubernamental para controlar extensos territorios les permite capitalizar el descontento. Su presencia nos preocupa con razón porque han fracasado las misiones europeas y americanas que han tratado de combatirlo y hoy los gobiernos del Sahel piden ayuda a Rusia y en la lucha contra el islamismo yijadista. Sus métodos más expeditivos y su apoyo a dictadores con los mercenarios Wagner son las principales razones del aumento de influencia rusa en la zona.

Otro país donde el ISIS ha encontrado refugio es Afganistán y no porque los talibanes le hayan llamado, que no es el caso pues son enemigos jurados, sino porque es otro Estado fallido incapaz de controlar su territorio. Allí se ha fundado el ISIS de la provincia de Jorasán (ISIS-K), que ha hecho atentados sangrientos en el aeropuerto de Kabul durante la retirada norteamericana o en la ciudad iraní de Kermán el pasado enero. Son los mismos que han reivindicado el reciente atentado en la sala de conciertos de Moscú y que actuarán allá donde encuentren oportunidad para hacerlo. No podemos bajar la guardia porque nadie está a salvo. Entre 2023 y lo que llevamos de 2024, el ISIS ha reivindicado nada menos que 1.121 atentados terroristas, un 30% en el Sahel.

Putin, sin presentar pruebas, ha acusado a Ucrania. Le conviene para tratar de justificar las barbaridades que allí comete contra la población civil. Pero no parece lógico escapar hacia una frontera minada y llena de militares enfrentados que no hacen fácil atravesarla. Además, está el dato objetivo de que el ISIS-K ha reivindicado el atentado.

El terrorismo no es nunca justificable pero en este caso concreto puede haber razones que lo expliquen. Se me ocurren las siguientes:

En primer lugar Rusia ha sido y es muy activa en la lucha armada contra el ISIS. Lo es en Siria, donde apoya a Bachar al Assad que lo combate, y lo es también en el Sahel. El ISIS tiene muchas cuentas pendientes con Rusia.

En segundo lugar la Federación Rusa es el país más extenso del mundo y el único europeo que no ha descolonizado: está compuesta por 21 repúblicas, 48 provincias, seis regiones, diez distritos autónomos y las tres ciudades federales de Moscú, San Petersburgo y Sebastopol. No todos están igual de contentos y hay secesionismo ocasionalmente violento en el Cáucaso, en Daguestán, Ingushetia o Chechenia donde el ISIS puede encontrar apoyos.

En tercer lugar, el ISIS también encuentra simpatías y apoyo logístico en el 20% de población musulmana que tiene Rusia. Una de las razones por las que Putin combate al ISIS en Siria es precisamente para evitar que el islamismo radical se extienda hacia Rusia.

En cuarto lugar, lo ocurrido hace unos días no es ninguna novedad. Rusia ha sufrido ataques terroristas muy sangrientos en los últimos años desde que está Putin en el Kremlin... y eso a pesar de gastar actualmente un 30% de su presupuesto en seguridad y defensa.

Por eso, sin bajar nosotros la guardia en ningún momento, hay que estar ahora con el pueblo ruso que sufre la insania del terrorismo, contra el que no valen medias tintas. Lo que tampoco vale es tratar de utilizarlo en beneficio propio como pretende Putin.