Opinión | DESDE EL SIGLO XX

La sombra del Narco planea sobre el Ayuntamiento de Palma

El alcalde Jaime Martínez se ha apresurado a negar que el PP utilizara a El Charly para captar votos en Son Banya, al tiempo que desde Vox se amenaza con ridículas querellas

Jaime Martínez, Fulgencio Coll y El Charly.

Jaime Martínez, Fulgencio Coll y El Charly. / Archivo

E s lamentable, de obligada indagación: ¿Hay vínculos entre el Narco y Cort? ¿Se han utilizado los servicios de un presunto capo para la captación de votos en uno de los centros de venta de droga más conocidos de Palma, caso de Son Banya? ¿Están bajo sospecha los partidos de la derecha mallorquina, PP y Vox? ¿Hasta dónde llegan los lazos que se han supuestamente establecido con determinados jefes de organizaciones gitanas? Son preguntas pertinentes, que, dejémoslo claro, no presuponen ninguna concreta acusación de nada a nadie, pero, también hay que reiterarlo, de las respuestas que se obtengan dependerá en buena medida que se avente la ominosa sombra que planea sobre Cort, la sombra del Narco, que acaba de sufrir en Palma un durísimo golpe por parte de la Guardia Civil, que ha puesto patas arriba una estructura mafiosa, con El Charly dentro o en la cúspide, que almacenaba más de una tonelada de cocaína. Y ayer informaba Diario de Mallorca que el Ayuntamiento de Palma aprobó conceder una subvención de 35 mil euros a la asociación controlada por Carlos Cortés en los presupuestos del año que está a punto de culminar su primer trimestre. No es novedad que las derechas de Ciutat urdan fuertes lazos con ciertas entidades gitanas, que, por lo que sea, sienten atracción hacia los partidos de las derechas. Habrá de todo, pero las querencias son las que son. La aparición de la extrema derecha en las instituciones ha establecido cierta competencia entre Vox y el PP, de ahí que Fulgencio Coll presentase la propuesta para que se le concedieran 35 mil euros a Carlos Cortés.

Con lo que se ha sabido, el general, que no consigue que el alcalde Jaime Martínez le dé lo suyo, amenaza con ridículas querellas a quien insinúe connivencias hoy indeseadas. El viejo general no es creíble en sus amenazas penales. Supongo que nunca ha entendido en qué consiste la libertad de expresión. Lo que le priva son los sistemas iliberales, autoritarios al estilo húngaro, ruso, iraní y demás ralea antidemocrática y mafiosa. Al concejal Coll se le nota peor que alterado: trata de distanciarse del patriarca gitano, que está en prisión provisional sin fianza, porque algo ha visto el juez de la suficiente gravedad para denegarle la libertad. Insiste Coll en que su trabajo en la FAGIM fue correcta. Sin duda. ¿Hubo algo más?

El alcalde Martínez ha negado con contundencia que el PP utilizara a El Charly para captar votos en Son Banya, dejando caer que ahí es Vox quien tiene vara alta. La incomodidad de Martínez también es manifiesta, se le ve destemplado por lo que acaece, preocupado por lo que tal vez se sepa. Y dice el alcalde que Carlos Cortés representaba a un colectivo de vecinos, lo que justifica la relación política establecida, dado que todos los partidos políticos tienen relación con los colectivos ciudadanos. Ocurre, señor alcalde, que Carlos Cortes está en la cárcel acusado de narcotráfico. Ahí es nada. ¿Lo entiende?

Al exalcalde Juan Fageda, a la altura de sus 87 años, poco le preocupa lo que se diga, el hombre habita más allá de determinados contenciosos. Pero persisten en el PP los convolutos que en su día estableciera el hoy proscrito José María Rodríguez, el político que hacía y deshacía a su antojo en Palma, el que le dio a la derecha cómodas mayorías absolutas hasta que el tinglado saltó por lo aires. Otra pregunta: ¿Qué liaison estableció Rodríguez con los clanes gitanos? ¿Hasta dónde concretó una comunidad de intereses que permitió al PP introducirse en sectores cerrados a otras fuerzas políticas? Las respuestas se desconocen, intuirlas no es tarea excesivamente complicada.

Acotación indignada.- El Diario.es ha recibido groseras amenazas por parte del matón Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso. Al hacerlo MAR arremete, como acostumbra, contra la libertad de expresión. No hay que pasarlo por alto. Lo que sucede en Madrid es miserable. Incluida la posición política adoptada por su Colegio de Abogados, controlado hasta los tuétanos por Díaz Ayuso. Lo de Madrid viene de muy lejos.

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