Opinión | LAS CUENTAS DE LA VIDA

Bajo la lluvia del tiempo

Son las voces silenciadas las que cuestionan las estructuras del poder

Ilustración: Bajo la lluvia del tiempo

Ilustración: Bajo la lluvia del tiempo / Freepik

Paseo bajo la lluvia escuchando «Hoax», la canción de Taylor Swift. Es una música que acompaña la lluvia triste. Ahora que se acerca la primavera y arrecian los caídos de la guerra en el este y en el sur, la cara siniestra de la historia ostenta su sonrisa carcomida por el mal. Los versos de los poetas hacen justicia al hombre, aunque nada de lo que dicen redime la expulsión primera del Edén. Probar el fruto del árbol prohibido debió de ser algo parecido a descubrir la desnudez de nuestras emociones. Cuando caen las máscaras, nos hallamos ante el horror de la miseria. Es el rostro desconsolado del Ángelus Novus de Paul Klee, glosado por Walter Benjamin en una de sus páginas filosóficas más conocidas. El Ángel del Tiempo bate sus alas creando los segundos, los minutos y las horas, los días, los meses y los años, los siglos y los eones. Y, con el viento que mueve, llega el polvo y la ruina, la destrucción, la ira y los cadáveres, que lentamente se descomponen bajo los escombros. El olor a putrefacción asciende hacia los cielos y llega hasta el ángel que contempla con espanto los efectos de su labor. ¿De quién somos hijos?, cabría preguntarse. No debemos extrañarnos cuando leemos que los primeros cristianos rezaban por la llegada del Apocalipsis. En el alma del creyente, la parusía se confunde con la esperanza del corazón humano. Mi admirado José Jiménez Lozano escribió, ya en los años sesenta, que algún día la debilidad retumbará en el espacio. Este pensamiento proporciona consuelo a las víctimas inermes de la maquinaria del poder.

Aunque rechazo todo victimismo como una forma de resentimiento, no puedo dejar de reconocer la autenticidad que emerge de las voces silenciadas. Son ellas las que nos ponen a prueba y nos recuerdan la falsedad que sostiene cualquier representación social del éxito o del fracaso. Estas voces inaudibles cuestionan la doxa dominante, sea esta el capitalismo, el socialismo, el nacionalismo o cualquier otro constructo ideológico. La palabra doxa se remonta a los confines del griego arcaico y subraya el peso de las creencias comunes o, más ampliamente, de las opiniones públicas. Para el sabio Platón, estas se vinculaban a la percepción sensorial, mutable y engañosa con la que nos guiamos. Ya en nuestro tiempo, el sociólogo y antropólogo francés Pierre Bourdieu ha señalado que la doxa griega representa las creencias incuestionables –no importa que las enumere, todo el mundo sabe cuáles son–, la ortodoxia que define y limita el pensamiento y la percepción de la realidad dentro de un determinado ámbito social. Su análisis destapó cómo se perpetúa la doxa con el fin de mantener las estructuras de poder y dominación. La verdad se oculta detrás de las apariencias, siempre detrás.

La lluvia no ha parado al llegar a casa. ¿Por qué iba a hacerlo? El vals triste que empapa las calles riega también los campos agostados por la sequía. Las lágrimas de la tristeza nacidas en el amor –observa una antigua tradición judía– nos ennoblecen y salvan, frente a los ojos secos, movidos por la ira, de los inquisidores. Son los acusadores quienes inoculan la muerte a través de su doxa. En contraste, los que lloran brindan consuelo a los afligidos. Podría sugerirse que hay un gran misterio en ello, pero la verdad es más sencilla: la persistente lluvia nos recuerda que la esperanza humana reside en el corazón.

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