Opinión | 'Influencers'

Limón & vinagre | Los Petazetaz: Triste efervescencia

José Hernán A. G. e Iván G. forman el dúo Los Petazetaz.

José Hernán A. G. e Iván G. forman el dúo Los Petazetaz. / Instagram

Peta Zeta era un caramelo muy popular en los ochenta, se vendía en sobrecillos dentro de los cuales venía hecho trocitos. Era un caramelo carbonatado que al contacto con la saliva producía pequeñas explosiones, sensación de efervescencia. Fueron polémicos. De hecho, su antecedente americano, el Pop Rocks, se comercializó en 1975 pero fue retirado al poco tiempo. El nombre quedó, Peta Zeta, como algo legendario, excitante, distinto, dudoso también. Puede que hasta indujera gases, si bien esto no quedó nunca comprobado del todo por mucho que si consumías seis o siete tuvieras que ir de inmediato al baño.

Esta introducción será nutritiva, incluso efervescente, para los jóvenes lectores, pero para los más veteranos puede haber traído algo de nostalgia y un sabor agridulce. Los sabores agridulces pueden también tornarse en explosioncitas de melancolía cuando entran en contacto con el paladar de la memoria, que a según qué horas prefiere recuerdos de la niñez y adolescencia. Yo fui consumidor de Peta Zeta, que a lo mejor queda más chachi escrito junto, PetaZeta, en la edad del pavo. Y escuché la típica reconvención de algún adulto cuando oía los ruiditos que salían de mi boca, observaban mi cara de asombro o de zascandil o veían mi lengua colorada. No sabía si abrir la boca. De hecho, me sigue pasando. No solo con los caramelos.

Ahora, bueno hace tiempo, dos influencers de Vallecas -ni puta gracia- con miles de seguidores en redes como TikTok que se hacen llamar Petazetaz, con oportuna zeta final para evitar problemas, acumulan denuncias. La Policía calcula que más de sesenta. Por presuntas agresiones sexuales. Muchas de ellas cometidas con menores. Las llevaban al piso de uno de ellos con el cebo de una fiesta, unos vídeos, unas bebidas, conocernos personalmente y allí doblegaban su voluntad por sumisión química para luego abusar de ellas y grabar. Éxtasis líquido por un tubo tal vez.

Estos días se está produciendo, al decir de un abogado que defiende a una posible afectada, un goteo constante de testimonios y denuncias de víctimas de los Petazetaz; víctimas de abusos en numerosas fiestas que se habrían comenzado a celebrar hace un año casi diariamente. En esas fiestas se emplearía sumisión química, en cristiano, drogas, lo que daría lugar a una gran cantidad de sucesos. Daría lugar a unos juergones en los que el consentimiento no estaba invitado.

Fuentes del caso explican que los trabajos periodísticos están animando a muchas supuestas víctimas a que denuncien y cuenten el caso petazetero. Una de ellas relató en Espejo Público: «El 25 de julio yo llegué sola. Siempre había fiestas, mucha, muchísima cantidad de droga. Incluso con los gatos allí presentes, en un ambiente que era continuamente humo, droga, bebidas alcohólicas, etcétera».

Los Petazetaz son dos hombres de 34 y 22 años, José Hernán A. G. e Iván G. y la investigación comenzó en diciembre tras recibir la Policía una denuncia del entorno próximo de tan repugnante y dinámico dúo, acerca de las posibles salvajadas sexuales a menores que se estaban cometiendo en el piso de uno de ellos. Los contenidos que solían difundir, treinta mil, cuarenta mil, seguidores en TikTok e Instagram eran entrevistas y humor. Está claro que hay quien tiene un peculiar concepto del humor. El sentido del humor está tan bien repartido que todo el mundo cree tener mucho. Lo que no está al alcance de cualquiera, sí de ellos, es convertirse en gente repulsiva aprovechada y agresora. Presuntamente. Los Petazetaz están en libertad con cargos. No sabemos si también de conciencia. A conciencia se han labrado la fama y ya sabemos para qué la querían. Algunos moralistas nos vendrán con que «esto es lo que traen las redes sociales». Sin ser mentira, habrá que decir que también pueden traernos la biografía de Lope de Vega, cómo reparar un coche, apuntes de botánica o comunicación con un primo segundo de Arequipa. Pero el uso perverso puede llegar a eso. Sin que descartemos que hay gente que siempre se comporta igual, con redes o sin redes. Éstas lo que hacen es potenciar o multiplicar los efectos.

En síntesis, todo es la misma vieja fórmula de sube a casa. El resto vendrá por la condición humana de cada cual. Se esperan más denuncias. Y un juicio. Uno de ellos fue arrestado como presunto autor de dos delitos de agresión sexual, un delito de violación, exhibicionismo, pornografía infantil y cinco delitos contra la salud pública. Al otro se le imputa un delito de agresión sexual. A lo mejor si van a la cárcel allí también se animan a grabar.

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