Opinión | TRIBUNA

Un genocidio perfectamente planificado

Binyamín Netanyahu.

Binyamín Netanyahu. / EFE

Desde la matanza indiscriminada de los descerebrados de Hamás del siete de octubre en los kibutz laboristas, las FDI (fuerzas armadas de Israel) ordenaron el bloqueo total de la Franja, los cortes de luz, la prohibición de entrada de alimentos y combustibles y tras los primeros bombardeos, el 9 de octubre atacan el campo de refugiados de Jabalia. El hecho fue calificado por Human Rights Watch de «abominable».

Dos días después, el 13 de octubre, Yoav Galant, ministro de Defensa ordena evacuar el norte y más de un millón doscientas mil personas inician el éxodo hacia el sur, mientras las FDI siguen bombardeando y usando fósforo blanco. También bombardean el paso fronterizo de Rafah por tercera vez. Para que no escape ninguno.

Aprovechando el éxodo citado, Israel continúa atacando por tres frentes el norte de Gaza, bombardea campos de refugiados, hospitales, dispara a largas colas de palestinos que huyen hacia sur, ambulancias que evacúan a heridos, profanan cementerios, destruyen universidades, y rodean los cuatro grandes hospitales del norte de Gaza donde se refugiaban miles de palestinos.

El 16 de noviembre las FDI ordenan la evacuación del sur de Gaza y el 18, los miles de heridos que se agolpaban el hospital Al Shifa evacúan en condiciones similares a las que hemos visto varias veces en los campos de la muerte nazis. Se incluían 31 bebés prematuros. Una visita de la OMS al citado hospital lo describió como «zona de muerte». Durante estas fechas el cincuenta por ciento de las casas gazatíes del norte han sido destruidas y el aspecto recuerda a Stalingrado.

El 28 de noviembre la ONU denuncia la situación de hambruna en Gaza. Y el cuatro de diciembre las FDI entran en Jan Yunis. Siguen bombardeando en el norte, donde matan a toda la familia del periodista de Al Jazeera Mohamed Al-Sharafi (dos hijos, tres hermanos, padre y madre) y el 6 de diciembre ordenan evacuar Jan Yunis en dirección a Rafá. Por supuesto siguen atacando campos de refugiados y zonas de concentración de población civil a lo largo de todo el país. Y a partir del 16 de diciembre bombardean reiteradamente los campos de refugiados de Jan Yunis, Maghazi, y los hospitales del sur de Gaza. Los francotiradores de las FDI asesinan a 22 civiles que entraban o salían del hospital Nasser de Jan Yunis. El 12 de febrero inician el asalto a Rafah donde se concentran la mayoría de palestinos.

La cuestión tremendamente resumida consiste en ordenar la evacuación de norte a sur, para seguir matando de norte a sur, con mayor eficacia. Hasta la fecha 31.000 palestinos de los cuales más de la mitad son mujeres y niños, sin carné de Hamás. A los que hay que sumar unos 8.000 muertos enterrados bajo los escombros. Siguiendo con la proporción, habrá unos 5.000 niños.

No obstante, lo más terrible de estos cinco meses de guerra, lo vi en el canal 24 Horas de RTVE. El vídeo de los niños que mueren por desnutrición. Auténticos cadáveres de piel y huesos que se mueren de hambre porque Israel no permite la entrada de alimentos en el asedio medieval que recuerda a los campos de concentración de Auschwitz, Sobibor y Treblinka. Porque eso es exactamente lo que está haciendo Netanyahu. Como tiene causas pendientes con la Corte de Israel que le conducirán a la cárcel, gana tiempo cediendo frente a los ultraortodoxos de su gobierno, Bezalel Smotrich y Itaman Ben Gavir, que le exigen masacrar a los palestinos y echarlos al desierto del Sinaí. No tiene nada que ver con la legítima defensa frente a Hamás, tiene que ver con el exterminio de los palestinos para quedarse con sus territorios, por ello han iniciado otra revolución más silenciosa en Cisjordania armando a los colonos para que les hagan el resto del trabajo. El ochenta por ciento de los israelitas, lo apoyan.

Estos días estamos viendo varios programas excepcionales sobre los hechos del 11 de marzo de 2004 que a todos nos sobrecogieron. Dentro de un tiempo volveremos a presenciar imágenes similares por haber consentido un holocausto palestino a manos de Israel mientras tomábamos cerveza y patatilla frente a la televisión.