tribuna

No, señora Ayuso, en Mallorca no murieron igual

En Baleares no se excluyó ni se negó una atención digna a nadie por razones de edad, de discapacidad o dependencia

Isabel Díaz Ayuso, presidernta de la Comunidad de Madrid.

Isabel Díaz Ayuso, presidernta de la Comunidad de Madrid. / EDUARDO PARRA

Javier de Juan

Javier de Juan

«Mucha gente mayor cuando iba a los hospitales también fallecía. Porque cuando una persona mayor está gravemente enferma con el covid-19, con la carga viral que había entonces, no se salvaba en ningún sitio». Esto es lo que decía la señora Ayuso hace unos días en la Asamblea de Madrid para justificar la muerte infame de más de 7.200 personas mayores en las residencias de la Comunidad de Madrid durante los primeros días de la pandemia.

De esta manera tan cruel reconocía los «protocolos de la vergüenza» cuya existencia había negado tantas veces. En la Comunidad de Madrid se habían dado órdenes políticas para no derivar a las personas mayores de las residencias a los hospitales públicos. Sí, a los hospitales públicos, porque las personas mayores que tenían seguro privado sí pudieron recibir asistencia hospitalaria privada. Y, además, lo argumentaba diciendo que en todos los lugares de España murieron igual. Pero no, señora Ayuso, en Mallorca no murieron igual.

Cuando empezó la primera ola todo era muy confuso, no había información, no había material, no había protocolos y nuestra mayor preocupación era no llegar al colapso del sistema social y sanitario de la comunidad. Con los primeros brotes y las primeras muertes en residencias lloramos como niños, pero aprendimos rápido que la clave para evitar una mortalidad elevada era la coordinación. El plan fue hacer todo lo contrario a lo que más tarde supimos que hicieron en Madrid: derivar a todas las personas mayores positivas a los hospitales de IB-Salut, para darles el tratamiento que se merecían y, a la vez, evitar más contagios en las residencias.

La segunda ola fue peor. El virus había mutado y los pacientes no empezaban a manifestar los síntomas hasta que el brote era muy grande, la pandemia se alargaba y los hospitales tenían que atender otras patologías y no tenían tantos recursos disponibles. La derivación de positivos había funcionado en la primera ola así que decidimos retocar el plan y el Institut Mallorquí d’Afers Socials abrió una residencia en tiempo récord para atender casos positivos y actuar de hospital para todas las residencias de Mallorca (los casos más graves se seguirían derivando a las UCIS hospitalarias). A la vez, se implantó un sistema pionero de cribados masivos quincenales en todas las residencias de Mallorca para adelantarnos a las explosiones de casos y mantenerlas limpias de virus.

El plan funcionó, cuando llegó la vacuna habíamos evitado lo peor y se habían salvado miles de vidas. Aunque habíamos conseguido tener uno de los porcentajes más bajos de fallecimientos de todo el Estado Español, para nosotros, habían fallecido demasiadas personas por un modelo residencial que concentraba a los más débiles y los exponía al virus. La pandemia sirvió para confirmar lo que ya sabíamos, que el futuro de la atención a las personas mayores estaba en los cuidados en el domicilio. Ni un caso de fallecimiento en toda la pandemia.

Ahora viene la señora Ayuso a decir que no tiene ninguna responsabilidad y que en toda España pasó lo mismo, pero no. La diferencia está en que la señora de la libertad y de las cañas se rindió desde la seguridad que da confinarse en un hotel de 4 estrellas. En Mallorca se salvaron miles de vidas y de las personas que desgraciadamente la perdieron sus familiares pueden tener la seguridad que murieron con dignidad porque se hizo todo lo posible por salvarlos. En Mallorca y en Baleares, no se excluyó ni se negó una atención digna a nadie por razones de edad, de discapacidad o dependencia. Todo se hizo con muchas horas de trabajo, de coordinación y de solidaridad de todos los responsables, trabajadores y entidades que forman parte de los sistemas públicos de salud y servicios sociales de las islas y que esos días renunciaron a estar con sus familias para proteger a los más vulnerables.