PENSAMIENTOS

Llama a los bomberos

Su principal cometido es apagar fuegos, urbanos, agrícolas o forestales, se juegan la vida...Están a nuestra disposición todos los días del año, a todas horas

Felipe Armendáriz

Felipe Armendáriz

Antes preguntando se llegaba a Roma. Ahora nadie interpela a un lugareño para averiguar una dirección, se tira de GPS y a triunfar. Lo malo es que las inteligencias artificiales tienen sus lagunas, lo que unido a los fallos en las mentes naturales da lugar a situaciones descacharrantes o trágicas.

La reflexión viene a cuento por la frecuente repetición de sucesos protagonizados por vehículos que invaden zonas peatonales de Palma, guiados por una traicionera aplicación. Los inconscientes se meten en ratoneras y para salir del atolladero tienen que pedir auxilio.

La última hazaña estuvo protagonizada por una furgoneta que quiso bajar de la plaza Major a la Rambla por una estrecha escalera reservada para peatones. El vehículo inició la temeraria travesía, pero quedó atascado a mitad de camino, en una revuelta de la cuesta. Era como si un superhéroe hubiera hecho una broma, al alzar al aire el coche y dejarlo atrapado en un lugar inverosímil. Ni para delante, ni para atrás. No había manera.

Los equipos de rescate pronto llegaron al lugar. Se movilizó a Policía Local, grúas municipales, bomberos y hasta una ambulancia.

Se barajaron varias soluciones, mientras la zona permanecía acotada. La primera opción era izar el obstáculo con una grúa especial desde la Rambla. Quedó descartada, al parecer por su complejidad y elevado coste.

Entonces llegaron los bomberos, ese cuerpo que de tantos apuros nos saca. Cuatro componentes se pusieron manos a la obra y consiguieron el milagro, con maña, astucia y fuerza.

Era todo un desafío. Uno se sentó al volante, los otros cogieron a pulso la furgoneta y lograron, milímetro a milímetro, girarla y que pudiera doblar la esquina. Después siguió bajando las escaleras como si nada.

El conductor no paraba de echarle la culpa a «Google Maps». Explicó que era forastero, que había venido a Mallorca a trabajar y que había seguido al pie de la letra las instrucciones del navegador.

Lo cierto es que, presuntamente, iba piripi. Se le aplicó la prueba de alcoholemia y triplicaba los límites legales. Su acompañante también estaba contento: dio un índice más elevado. Todo acabó bien, en espera del juicio para el supuesto infractor.

La civilización tiene amplias ventajas: policía; bomberos; ambulancias; urgencias médicas; vacunación; colegios, aeropuertos; carreteras; alumbrado público; residencias de ancianos… La lista es muy amplia. Para eso sirven los impuestos, aunque haya muchos que no quieran pagarlos.

Hoy nos detendremos en los Bomberos. Su principal cometido es apagar fuegos, urbanos, agrícolas o forestales. Se juegan la vida, como lo demuestra el caso de Alejandro Ribas Millán, fallecido en acto de servicio en agosto de 2010. Hoy (merecidamente) una calle de la ciudad lleva su nombre.

Pero su trabajo es muchísimo más variado. Están a nuestra disposición todos los días del año, a todas horas. Hace poco se desprendieron de una finca próxima a mi casa unos cascotes de unos balcones. Afortunadamente no hubo daños personales. Vinieron y, con la autoescala, sanearon la fachada. Visto y no visto.

Hacen todo tipo de rescates y auxilios: fugas de gas, inundaciones, atrapados en vehículos, manchas de aceite en la calzada, apertura de puertas, prevención en espectáculos, inspecciones de medidas de seguridad, retiradas de enjambres, y hasta recuperación de gatitos en apuros. Gracias mil.

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