TRIBUNA

Las democracias se estrangulan por indiferencia ciudadana

En el mundo occidental, donde aún se respetan los derechos humanos, estamos en riesgo de quiebra ideológica y a punto de un viaje al vacío de difícil retorno, si se diera

Xavier Cassanyes

Xavier Cassanyes

El Sistema, el conjunto de valores e instituciones que organizan las relaciones de nuestra sociedad, en los estados occidentales la democracia liberal, está en riesgo de extinción.

Para los chinos, la autocracia confucionista milenaria. Luego el culto a los señores del periodo maoista y, ahora, vuelta al culto a los líderes autocráticos que, salvo cambio espectacular y convulso improbable, eso es lo que se espera. Para los de Rusia, y no digo los rusos que no se sabe qué piensan, el sistema es volver al pasado imperial en forma de un neo zarismo nada social. Y así un largo etcétera de casuísticas: el Sistema es lo que hay, es lo que rige las relaciones en cada sociedad determinada, sin que pueda establecerse una norma de seguimiento universal.

En el mundo occidental, donde aún se respetan los derechos humanos, estamos en riesgo de quiebra ideológica y a punto de un viaje al vacío de difícil retorno, si se diera. Cuando se desmantelan políticas y usos de carácter social; cuando se desarticulan estrategias y la complejidad administrativa que sustenta el estado democrático, entonces su vuelta a la reconstrucción es sumamente difícil. Ahí está el ejemplo de Polonia, que tras ocho años de gobierno del partido ultraderechista Ley y Justicia, y la colonización ultraconservadora de sus estructuras axiales, retornar a las renovados valores democráticos y cooperadores está resultando muy complejo, porque tiene que enfrentarse a un staff clientelar, que ha crecido en la dictadura; virulento y dispuesto a lo que sea necesario para retornar al poder. Ya vemos aquí algún paralelismo en la derecha.

Es la política, los sistemas electorales, por los que se eligen quienes hacen las leyes, y la dinámica de los partidos políticos, donde surgen y se modelan los perfiles de los políticos, las únicas zonas de influencia social al alcance de los ciudadanos. Y aunque es cierto que los poderes fácticos, o de hecho, las corporaciones y familias financieras, son los verdaderos dirigentes globales, también, es indudable que la ideología y cultura social global depende de la aquiescencia de la sociedad que vota y respalda las decisiones de los gobiernos. La globalización ideológica, último estadio de la globalización financiera y política, depende de nosotros.

¿Qué hacer para democratizar los partidos y permitir su evolución ideológica desde dentro y evitar que se conviertan en correas de transmisión ideológica de los poderes que los sustentan? Muchos politólogos han planteado la conveniencia de institucionalizar las tendencias o corrientes de opinión que se dan en el seno de los partidos y que afloran regularmente en sus congresos de final de mandato. Para las jerarquías de los partidos, reconocer tendencias o corrientes internas se consideran como debilitamiento ideológico. Pero para la sociedad los procesos internos de crítica supone abrir debates sobre ideologías y estrategias, y posibilitar que los partidos evoluciones y se adapten a la sociedad cambiante.

La otra pata de influencia democrática sobre la política es la del sistema y andamiaje electoral. Una futura reforma electoral debiera de dotar de mayor representatividad a los electores en dos aspectos fundamentales. Salvar la sobre representatividad de la España interior sobre la periférica, especialmente en el Senado, por mor de unas circunscripciones demográficamente muy desiguales. Y en segundo lugar, desbloquear las listas al Congreso para que el elector pudiera marcar orden de preferencia y que, en esas, que las tendencia reconocidas tuvieran legalmente que estar proporcionalmente representadas en la candidatura. Si eso fuera así, las voces de los candidatos podrían matizar las ofertas electorales de sus partidos pudiendo, los electores, diferenciar y valorar a cada uno de los candidatos de la candidatura de modo que, sin tener que cambiar de opción política, podrían diferencias y valorar la orientación de su voluntad ideológica.