Qué poco dura el buen rollo

Ni un día de tregua se han dado Gobierno y empresarios antes de volver a exhibir en público discrepancias atávicas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez en el Foro Económico Mundial en Davos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez en el Foro Económico Mundial en Davos / EFE

Rosa María Sánchez

Rosa María Sánchez

Ni un día había pasado después de la reunión de Pedro Sánchezcon una docena de presidentes y directivos de mutinacionales del Ibex 35 en Davos, y Gobierno y empresarios ya volvían a exhibir sin pudor enfrentamientos en público. Quienes estuvieron en esa pequeña habitación de Davos contaron que la reunión había sido en un clima cordial y distendido y que no se habló en ella de ninguno de los asuntos más espinosos que vienen enfrentando a ambas partes, como los nuevos impuestos a la banca y las energéticas.

Pocas horas habían pasado de eso, cuando el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, aprovechó su intervención en un debate en el Fodo de Davos para tildar de «ideológica» la política energética de Europa para descarbonizar la economía. «Tenemos que descarbonizar el mundo, es verdad. Pero descarbonizar no significa electrificar», proclamó Imaz, antes de defender que la transición de las petroleras hacia los biocombustibles merece ser valorada como parte de ese proceso. No es la primera ni la segunda vez que Imaz dice estas cosas, pero ahora la vicepresidenta Teresa Ribera reaccionó con virulencia: criticó el «negacionismo y retardismo» y también el «populismo» de Imaz, de quien dijo sentirse decepcionada.

No habían pasado ni 24 horas desde que Sánchez había llamado a las empresas a superar «los viejos postulados neoliberales» que presentan a Estado y empresarios como «rivales sistémicos». Entonces, la vicepresidenta Yolanda Díaz cargó contra los elevados sueldos de los directivos, y el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, reaccionó criticando el «intervencionismo, de república bananera» de la ministra. Garamendi dijo que la patronal está dispuesta a hablar de la reducción de la jornada laboral, pero «no porque venga una señora a imponernos su criterio».

Ni una jornada había pasado de esa reunión de Davos en la que, según asistentes, no se habló de los impuestos extraordinarios a banca y energéticas cuando el presidente del BBVA, Carlos Torres, declaraba en el diario Expansión que «el impuesto a la banca daña toda la economía española y no debe existir». Demasiado poco dura el buen rollo.

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