Limón & vinagre

Mary Donaldson: La danesa cuando besa

La abogada es un valioso activo para la Corona danesa, que su suegra se ha empeñado en proteger y conservar incluso a costa de retirarse antes de lo previsto

La reina Mary de Dinamarca, el pasado domingo en Copenhague, tras la proclamación de su marido, Federico X, como nuevo monarca.

La reina Mary de Dinamarca, el pasado domingo en Copenhague, tras la proclamación de su marido, Federico X, como nuevo monarca. / EMIL HELMS / EFE

Pilar Garcés

Pilar Garcés

El nuevo rey de Dinamarca, Federico X, se asomó el domingo pasado al balcón después de su proclamación para recibir el aplauso de los ciudadanos, y luego pidió a su esposa que se le uniera.

El momento exacto en que una Mary Donaldson radiante de blanco, ya reina consorte, le da la mano y se suma a la histórica estampa, juntando sus labios con los de su marido, viene descrito en la prensa con adjetivos antagónicos: la australiana le hizo una «cobra», según unos titulares, o fue un «beso apasionado», para otros.

A lo mejor fue apasionado según los cánones de Groenlandia, pero, en el lenguaje corporal del resto del universo, esa mujer estaba más tiesa que una estalactita y evitaba el contacto visual con su prójimo.

Se trató, como mínimo, de un ósculo que se hizo esperar, una grieta en la guerra fría existente en la pareja desde que en noviembre la revista española Lecturas publicara un completo reportaje sobre el fin de semana del entonces príncipe en Madrid, en compañía de Genoveva Casanova, ex de Cayetano Martínez de Irujo, en cuyo domicilio pernoctó prescindiendo de sus guardaespaldas. En esas fotos de los amigos del brazo, que fueron a ver una exposición y luego a cenar en un tablao, sí que no había ni cobra ni hielo que valga, todo era complicidad y cercanía.

Dos meses después, y tras visualizarse los vídeos de la escena del balcón en Copenhague, se ha sabido que cuando el ya monarca tendió la mano a su cónyuge, ella le contestó: «¿Deberíamos hacerlo?». No cuesta mucho imaginarse a la reina Margarita, recién firmada su abdicación tras cinco décadas en el trono por el bien de la institución, respondiendo por su cuenta: «¡Sííí, por favor!».

La abogada Mary Elizabeth Donaldson, nacida en el Estado australiano de Tasmania hace 51 años, hija de un profesor de matemáticas y una secretaria de universidad, es la persona de la familia real mejor valorada por los daneses, con un 83% de popularidad, cuando Federico X logra un 79%. Un valioso activo para la Corona, que su suegra se ha empeñado en proteger y conservar incluso a costa de retirarse antes de lo previsto.

Por mucho que el país sienta un notable apego por su monarquía, protegida de los escándalos por buena parte de la prensa, la crisis española de fin de año, con el príncipe de picos pardos mientras su mujer se encontraba de viaje de trabajo en Nueva York, pudo influir en el golpe de timón con el que la longeva soberana cedió el testigo a los herederos. No siempre contó la actual reina con el favor de su madre política.

Donaldson y el príncipe se conocieron durante los Juegos Olímpicos de Sídney, al coincidir en un bar al que él había acudido con su hermano Joaquín y sus primos Felipe de Borbón y Nicolás de Grecia. Comenzaron su relación a distancia y se vieron en secreto hasta que una revista publicó una foto de ambos. Ella dejó entonces su trabajo de ejecutiva en una pequeña empresa de publicidad y se trasladó a Dinamarca, donde comenzó a aprender un idioma que hoy domina y a formarse en historia local y protocolo.

No fue hasta meses después de que Federico la presentase oficiosamente como su novia, que Margarita de Dinamarca aceptó en palacio a la plebeya, tras investigarla a fondo. Para su boda en mayo de 2004 renunció a la nacionalidad británica y australiana, quedándose la danesa. Inolvidable el momento en que llegó al altar y fue recibida por el novio hecho un mar de lágrimas. También lloró el ahora rey tras coronarse y prometer ser un «elemento de unión» para su país.

Si le sobra pegamento, tiene un matrimonio por recomponer el hombre aficionado a los coches veloces, a las modelos, a pinchar música y a que se le perdonen los deslices, que tuvo el acierto de encontrar en otro continente una esposa a la altura de cualquier exigencia, volcada en labores como la lucha contra el bullying, la obesidad y la violencia contra las mujeres, y a favor de causas como la atención a los refugiados, la protección de la salud mental y la vacunación infantil.

El primogénito de sus cuatro hijos en común, Christian, acaba de cumplir los 18 años y es el primero en el banquillo. El joven se llevó el aplauso más cerrado del público en la coronación de Federico X, hace cuatro días; todas las miradas de amor y complicidad de Mary de Dinamarca, y ninguna cobra.

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