Finezza diplomática

Habrá que convenir que nuestra diplomacia en los últimos tiempos anda algo decaída, baste observar la cantidad de líos, problemas, mal entendidos, desencuentros y demás avatares que envenenan nuestra relaciones externas

Parlamento Europeo.

Parlamento Europeo.

Juan José Company Orell

Juan José Company Orell

Según el Psiquiatra andalusí Enrique Rojas, la diplomacia requiere de los siguientes ingredientes, habilidad en el trato, artesanía de las relaciones humanas, savoir faire, cortesía, tacto, saber callar a tiempo y conocer cuando se debe hablar, seguramente considerando unas casi iguales o similares opiniones emitidas muchas fechas atrás por el Príncipe de Telleyrand y por el viejo león británico, Sir Winston Churchill. Obviamente ese imperio de la diplomacia se circunscribe, casi exclusivamente, al ámbito de las relaciones internacionales.

Si lo anterior está en lo cierto habrá que convenir que nuestra diplomacia en los últimos tiempos anda algo decaída, baste observar la cantidad de líos, problemas, mal entendidos, desencuentros y demás avatares que envenenan nuestra relaciones externas con no pocos miembros de la sociedad de estados de hoy en día. La penúltima se me ocurre que sucedida durante la intervención del Presidente de semestre del Consejo de la Unión Europea, a la sazón también el nuestro, cuando aquel se dirigió a un diputado de nacionalidad alemana, Manfred Weber, para cuestionarle si devolvería a las calles y plazas berlinesas los nombre de líderes nazis que en su día se les daba; no creo excesivo el considerar que la puntuación de nuestro Jefe del Ejecutivo en la Alemania de 2023 haya subido escasísimos dividendos; la sociedad alemana tiene una especial memoria en cuanto a los sucesos ocurridos en su país en las décadas de los treinta y los cuarenta del pasado siglo y albergan un especial sentimiento de vergüenza, lo cual les honra, y una evidente aversión a que les restrieguen por los morros cualquier alusión a aquella nefasta época, sobre todo cuan es por razones de conveniencia política.

Otra frase no menos afortunada surgida del mismísimo Presidente del Consejo, que se vio obligado a escuchar el diputado germano fue la de el orador se alegraba que después de veinte años en la Cámara haya empezado a interesarse por lo que pasa en España, y ahí reconozco que no se me ocurre cual fue la intención del Jefe semestral de la Comisión, si el de criticarle su falta de profesionalidad como diputado europeo o su abundancia de vagancia en el ejercicio de su cargo. Pero por lo que se ve lo del desconocimiento del terruño del otro no es solo exclusivo del tudesco, él de nuestro lado tampoco parece ser conocedor de la realidad berlinesa, por ventura alguno de sus innumerables asesores debiera hacerle saber que la vieja capital alemana mantiene frescas las heridas que aquella época le causo, las anteriores al conflicto y las posteriores a él; quizá así sabría que en ese Berlín no se hallan ni se esperan calles con nombres de prebostes nacionalsocialistas, pero son visibles las resultantes de la cultura del recuerdo, empezando por el monumento a las víctimas del holocausto, edificado con una espeluznante cercanía al lugar que ocupara la Cancillería hitleriana, pero también esos pequeños adoquines metálicos, repartidos por toda Alemania, las Stolpersteine, con el nombre de una víctima del nazismo, su fecha y lugar de nacimiento y la fecha y lugar de su muerte, que casi siempre coincide con algún campo de exterminio de infausto recuerdo; se olvida con demasiada frecuencia que las primeras víctimas de aquel régimen fueron ciudadanos alemanes y que entre ellos nacieron las primeras acciones contrarias a aquel régimen; pero existe una diferencia entre el país del eurodiputado alemán y del Presidente español, en el Berlín de Weber también existen monumentos recordatorios de otras víctimas, estas causadas por otro sistema igualmente letal y totalitario, la herida visible del antiguo y siniestro muro, por cuyo intento de cruzarlo murieron solo en aquella ciudad 140 alemanes del Este, así como los diversos recordatorios a alguno de aquellos desafortunados, como las Weisse Kreuze. Ya ven Ustedes allí recuerdan a las víctimas de las dos ideologías asesinas, porqué para los berlineses todas esas muertes son igualmente condenables, ¿podemos aquí decir lo mismo?

Por eso me temo que aquel desafortunado comentario del Presidente semestral de la Comisión, traerá consecuencias nada buenas para la diplomacia hispana, al igual que otras pasadas, y no sé si se cumplirá aquello de que la diplomacia te saca de un problema en el que el tacto te hubiera evitado meterte, que decía el humanista norteamericano Bowling.

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