Tierra de nadie

El ruido del tráfico

Juan José Millás

Juan José Millás

El tren se puede perder de manera metafórica o real y no sabemos cuál de las dos pérdidas hace más daño. Un vecino mío no acudió al último suspiro de su padre ni a su entierro por perderlo de forma real. Cuando llegó a su pueblo, ya habían colocado la losa sobre su sepultura. No se despidió de él, en fin. Se lo reprochó su madre, se lo reprocharon sus hermanos y se lo reprochó a sí mismo. Todavía no ha dejado de hacerlo.

—Me quedé dormido —me explicó mientras tomábamos un café.

Intenté desculpabilizarlo, pero no hubo manera.

—Mi descuido fue imperdonable —insistió—. Mi madre me telefoneó para informarme de lo que ocurría con tiempo más que suficiente. Pero yo siempre he evitado las situaciones conflictivas. No sé enfrentarme a ellas. Me dormí porque no era capaz de enfrentarme a mi padre moribundo ni a su entierro.

Preferí no insistir porque su interpretación me pareció correcta. Hace tiempo que no acudo a ningún funeral porque todos me parecen un anticipo del mío. Significa que cada vez pierdo más trenes metafóricos y reales. Hace tiempo se decía que la suerte pasaba al menos una vez por la vida de cada persona. La cuestión era saber reconocerla para subirse a ella. Con frecuencia, en la estación de Atocha, de Madrid, de la que parten tantos trenes, me he preguntado si el mío sería el de la suerte. Pensaba esto mientras mi vecino continuaba hablándome del tren que perdió él para no despedirse de su padre.

—Tengo miedo —decía— de que se me aparezca en sueños para echármelo en cara.

—Peor sería que se te apareciera en la vigilia —expuse yo—. Los padres muertos impresionan más en la vigilia que en los sueños.

Me preguntó, alarmado, si hablaba por experiencia propia y le dije que no. Pero mentía. Durante varios meses después de su fallecimiento, veía a mi padre por la calle. Siempre estaba en la acera de enfrente a la mía, con su sombrero y su bastón, haciéndome gestos de reproche. De reproche de no sé qué, pues no lograba oírle con el ruido del tráfico. Por fortuna, ya lleva tiempo sin manifestarse. Debe de haber cogido algún tren, no sé si real o metafórico.