Opinión

Valtònyc, a la altura de March o de Junípero

Matías Vallés

Matías Vallés

Valtònyc entra en la leyenda como el mayor aventurero mallorquín en el extranjero desde las excitantes peripecias de Fray Junípero Serra o de Juan March. Y con la ventaja de que el rapero ha evitado el paso por la cárcel, a diferencia del banquero. Claro que la estancia entre rejas del financiador del franquismo fue más dulce que la libertad provisional del cantante en Bélgica. Quienes se escandalicen ante esta comparación con honores, no deben analizarla desde el hoy inestable sino con el horizonte de los siglos, cuando los mitos un día intocables pasa a ser tachados de piratas y genocidas. ¿Qué español ha obligado a modificar la legislación sobre las injurias al Jefe del Estado en varios países?

Valtònyc se amnistía a sí mismo, cuando había quedado claro que no podría cobijarse bajo el paraguas diseñado por Pedro Sánchez para amparar a Puigdemont. Y quienes contemplan al expresident de Cataluña ejerciendo de chófer del mallorquín, no solo se verán obligados a realzar su valoración del rapero, sino a recordar que nunca ha pretendido ganar un premio a la simpatía. De hecho, declaró que su alineamiento con la decadente burguesía catalana demostraba la magnitud de la pelea en curso.

El milagro de Josep Miquel Arenas no se restringe a su retorno a Mallorca, sino a que se reincorpora presumiendo de haber evolucionado hacia la madurez. En cuanto a la irreversibilidad de su regreso, cabe evaluar la posibilidad de que el «Partido Judicial» denunciado por Nicolás García Rivas, catedrático de Derecho Penal, pueda maniobrar para entorpecer la libertad de Valtònyc. Es obligado consultar con el oráculo del Gobierno de Sánchez:

—¿Su situación está totalmente despejada?

—Sí, puede volver sin problemas.

Valtònyc recibió un castigo excesivo por unas canciones pésimas. Las condenas a tres años y medio de cárcel por parte de la Audiencia Nacional y del Supremo eran un cocido o remix donde se le reprochaba la rima de Urdangarincon Burger King, en el énfasis por buscarle un lugar de trabajo al yernísimo y cuñadísimo. Y al acusar de ladrón a Juan Carlos I, «ahora sus hermanastros son los árabes», se comportó como un visionario a la altura de Nostradamus.

Bruselas es una condena para un mallorquín, aunque no para un madrileño como José Ramón Bauzá. Sin embargo, cuando se examina la peripecia de Valtònyc bajo el prisma del tiempo transcurrido en su cautiverio bruselense sin barrotes, ¿cuántos jóvenes cambiarían sus seis últimos años de acontecer anodino por la aventura nuclear del cantante?

De nuevo, Valtònyc no ha derramado una gota de sangre, se ha limitado a insultar brutalmente a personajes más poderosos, incluso su amenazado Jorge Campos ejerce hoy de diputado estatal. La fuga del mallorquín a Bruselas obligó a los belgas a revisar su legislación de agresiones verbales al Rey, para concluir que son incompatibles con el concepto moderno de la ciudadanía.

Corresponde a los jueces examinar por qué los delitos de «enaltecimiento del terrorismo» se han multiplicado cuando ya no existe el terrorismo. Desde su exilio forzoso, Valtònyc tuvo tiempo de declarar que «Mallorca se me ha quedado pequeña». No se preocupe, nos estrecharemos un poco más para garantizarle una estancia fecunda y lo más larga posible entre nosotros.

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