OPINIÓN

El aviso llega después de las bombas

El buque de la Armada 'Rayo'

El buque de la Armada 'Rayo' / Ministerio de Defensa

Matías Vallés

Matías Vallés

Madrid tiende a notificarnos los peligros cuando ya se han consumado, el aviso llega literalmente después de las bombas. El retraso, debido seguramente a los seiscientos kilómetros de distancia y no a un desprecio colonial, tuvo resultados trágicos en 2018 en Sant Llorenç. Se adjudicó a la isla una irresponsable y jamás castigada alerta amarilla, mientras trece personas fallecían en la carretera. Para redondear el sarcasmo de la matanza, la alerta roja se decretó cuando había dejado de llover definitivamente.

El año ha cambiado, Madrid nunca lo hará. Defensa comunica que un submarino ruso poderosamente armado se encontraba en aguas de Balears, y que debió ser escoltado para abandonarlas. Igual que en la torrentada de Sant Llorenç, el detalle consiste en que la invasión rusa sin aviso previo se produjo el 11 de octubre, y ha sido divulgada con notable retraso.

En España, el ciudadano no tiene derecho a saber, porque la indefensión de los mallorquines se agrava al recordar que el Gobierno solo ha informado sobre el submarino ante la aparición de las primeras noticias periodísticas. La ocultación se produce además en medio de la mayor crisis bélica del siglo en aguas mediterráneas. Si el Kilo II ruso era noticia, ¿por qué no se avisó al descubrirlo? Y si el incidente carece de importancia, ¿por qué se notifica una semana después?

Los escépticos se encelarán en que nunca hubo peligro alguno, y en que se exagera la peripecia submarina. Deberán explicar a continuación por qué agentes con perros revisaban ayer mismo las alcantarillas de Palma. Solo falta preguntarse qué otras cosas nos oculta Madrid, antes de que exploten.

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