Limón & vinagre

Toni Bou: El mayor coleccionista de títulos mundiales

Toni Bou Mena se parte de risa mientras se deja fotografiar con las 32 medallas que le acreditan como el deportista más grande.

Toni Bou Mena se parte de risa mientras se deja fotografiar con las 32 medallas que le acreditan como el deportista más grande. / ALEJANDRO CERESUELA / REPSOL MEDIA SERVICE

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Empezó en bici y ha terminado en bici. Entre la bici que le regalaron sus padres, Toni Bou e Imma Mena, a los cuatro años, y la bici de carreras que luce hoy, y con la que se entrena muy a menudo por las carreteras andorranas, hay una gran diferencia. Con aquella aprendió a ser el mejor equilibrista del mundo y con la de ahora solo se mantiene en forma.

Cuando digo que empezó en bici y ha terminado en bici es porque, de aquellos primeros días en Piera (Anoia), donde Toni Bou Mena nació el 17 de octubre de 1986, solo recuerda victorias, muchas victorias. Entre los 6 y los 14 años saltaba (y nunca mejor dicho) de la bici a la moto, aunque le gustaba más la bici porque era más ligera que la moto y le permitía jugar a ser el mejor saltimbanqui del mundo.

Cuando digo que empezó en bici y ha terminado en bici es porque a los cinco años ya ganó sus primeros títulos, pero el otro día, antes de coger la moto para seguir practicando, Bou, de 36 años, 32 títulos de trial, 211 victorias y 279 podios, fue derrotado, bajando Envalira, por su pareja, la abogada Esther Piquer, que no se anda con chiquitas.

«¡Vale, vale!, me ganó, pero es que ella es profesional de la bici y, sí, nos picamos un poco, y me dejó atrás ¡tampoco creas que demasiado atrás!» Y es que Esther, para no quedarse atrás, ha fichado por el equipo de ciclismo Andona y necesita estar en forma tanto como Bou.

Bromas aparte, estamos ante el ser humano, el deportista, el atleta, el campeón, que más y mejor ha ganado del pasado y del presente siglo. Nadie lleva acumuladas sobre sus fornidos brazos y robusto cuello tantas medallas, tantos títulos mundiales, como Toni Bou (Montesa Honda), que totaliza, de momento, 32 cetros y va por el 33 (¡mira, la victoria que persigue el gran Fernando Alonso en la F1!) pues, en estos momentos, lidera el Mundial 2023 por delante del nuevo portento de la especialidad, el joven Jaime Busto (GasGas).

Cuando alguien intenta describir lo que es y representa Bou para el deporte suele recordar que el gran Michael Phelps acapara 28 medallas olímpicas y que la pequeña gimnasta Simone Biles, que reaparecerá en unos días, suma 25 medallas, dos menos (23) que los Grand Slams que atesora el portentoso tenista serbio Novak Djokovic. Pero nadie tiene 32 títulos mundiales, ni tampoco lleva 17 años consecutivos ganando sin cesar.

Un monstruo. Cierto, el trial es un deporte minoritario. Cierto, Bou no tiene 150 rivales que aspiren a destronarle como ocurre, por ejemplo, con Djokovic, Rafa Nadal, Roger Federer y Carlitos Alcaraz. Pero lo que Bou está haciendo en el trial convierte lo que hicieron otros monstruos, enormes, tremendos, como Doug Lampkin y/o Jordi Tarrés, en gestas menores.

Bou ha inventado una manera de competir que no tiene nada que ver con el pasado y, probablemente, tampoco con el futuro pese a que, en otra demostración de su bondad, dimensión, profesionalismo, generosidad y maestría, él mismo se ha encargado de enseñar, repito, pese a que es su mayor rival, a Jaime Busto (GasGas), al que ha mecido en sus faldas y descubierto (y regalado) sus secretos.

Bou es tan bueno, tanto, que compite contra él mismo. Por eso defiende que «todo, y más superados los 30 años, está en la cabeza. Es la cabeza la que te convierte y mantiene en lo más alto. Y será la cabeza la que me diga cuando tengo que dejarlo».

Nadie, nadie, conoce mejor a Bou que Miquel Cirera, el hombre que ha estado estos 17 años a su lado, su jefe, su consejero, su amigo. «Extraordinaria persona y mejor amigo. Humilde, abierto y una auténtica esponja a la hora de aceptar consejos. Como deportista es un 10, un 11, un 12. Un caballero. Ayuda a todo el mundo. Yo se lo digo siempre -‘no tienes ni idea de lo que estás haciendo, Toni, cuando te retires te darás cuenta de la bestia que has sido’-. Él, ahora, no le da valor a lo que hace y es de locos».

Mañana hay revancha en Envalira. Me temo que Esther, por buena que sea, ¡que lo es!, tiene las de perder. Bou solo pierde dos veces al año. Si pierde.

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