Baleares vira a la derecha

Marisa Goñi

Marisa Goñi

Vuelco electoral en Baleares y en el conjunto de España, que se vuelve a teñir de azul, con un notable avance del verde. El PP y Vox avanzan más de lo que imaginaban. El PSOE y las fuerzas de la izquierda retroceden como jamás pensaron. Los estudios demoscópicos han fallado estrepitosamente. Las urnas han elegido un rotundo cambio de ciclo. La izquierda pierde el Govern y el Ayuntamiento de Palma y no tendrá ni un Consell. Tras dos mandatos progresistas en las islas, la mayoría de los ciudadanos han votado de forma clara y contundente que quieren relevo y han encomendado a la líder del PP, Marga Prohens el timón del archipiélago durante los próximos cuatro años. Los populares han remontado los estropicios de José Ramón Bauzá y Biel Company y han absorbido el capital de Ciudadanos, que desaparece del arco parlamentario. Han reconquistado la posición de fuerza más votada, pero los electores no le ha otorgado la mayoría suficiente para acometer la encomienda en solitario, por lo que Marga Prohens tendrá que buscar esa alianza que se resistía a admitir durante la campaña y que sus virtuales socios defendían sin amagos, ante la evidencia de que no habría mayoría absoluta. La situación no es nueva, el PP ha gobernado en el pasado y completó el margen que le faltaba sumando a la extinta Unió Mallorquina. Ahora el escenario ha cambiado y la pareja de baile no es una formación liberal regionalista, sino la ultraderecha. «El modelo es Castilla y León», apuntó en la campaña el otro ganador de la jornada de ayer, Jorge Campos, líder de Vox, que se sitúa como tercera fuerza política. Ayer reiteró su oferta, tendiendo la mano al PP para iniciar una negociación que los resultados extienden a las principales instituciones. En su comparecencia de valoración de los resultados, Prohens marcó territorio: «Me presento junto al próximo presidente del Consell de Mallorca y el próximo alcalde de Palma», dijo parapetada por Llorenç Galmés y Jaime Martínez. Se ahora abre un periodo de conversaciones para dar con la fórmula que acabe siendo aceptable para los dos partidos. Ambas formaciones están condenadas a entenderse y en último extremo, como admitió Fulgencio Coll «Madrid decidirá». La opción de una izquierda desplegando el cordón sanitario allanando el camino al Consolat a Prohens para impedir el acceso de Vox a la gestión de las instituciones resulta más que improbable.

En política, se dice que las elecciones no se ganan, las pierden los gobiernos. En su comparecencia ante los medios, Francina Armengolfelicitó al PP y aceptó democráticamente el veredicto de la ciudadanía por más que no lo entienda. De nada ha servido el alarde de gobernanza desde el consenso ni los buenos datos macroeconómicos en términos de empleo y PIB con que cierra su segunda legislatura, pese a las dificultades de la pandemia y de las tensiones inflacionistas de la guerra de Ucrania. Ahora toca analizar qué ha fallado, qué parte corresponde al desgaste propio de la gestión, a estrategias erráticas y qué parte a Ferraz y Moncloa. Los resultados demuestran que el antisanchismo se extiende más allá del feudo de Ayuso. La erosión del presidente ha lastrado a sus barones y a los territorios y puede resultar letal para el socialismo en la segunda vuelta que serán las generales. Més ha aguantado relativamente bien el embate conservador, no así Unidas Podemos, cuya debacle demuestra una gran desconexión con la realidad social en el fondo y en las formas. En un momento de emergencia social, el electorado no perdona disputas intestinas como la que libran Yolanda Díaz y Pablo Iglesias. El Pi no ha entrado en el Parlament y Josep Melià ha anunciado que dará un paso a un lado. Queda saber que será de Francina Armengol, a quien la ciudadanía le ha apartado del podium de los tres mandatos.

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