Artículos de broma

Ojalá sean fuertes

Javier Cuervo

Javier Cuervo

La debilidad que produce un deseo a toda costa es un estímulo para el mercado, tan sensible con las apetencias a cualquier precio. Lograr un hijo con carga genética propia sin un cuerpo propio fértil es un reto para la ciencia, la abogacía y la ética que la sanidad privada organizó como oferta, forzando, pero sin romper. Atender la debilidad de los deseos insatisfechos exige una fortaleza equivalente en quien puede satisfacerlos. Leo a madres que han alquilado una mujer que gestase a sus hijos legales y genéticos y quedo con ganas de oír a las que pusieron la infraestructura de la fertilidad: agua, sangre, grasa, músculo, órganos, huesos, hormonas para una revolución metabólica que causa tanto sentir a lo largo de 9 meses.

La maternidad (sin adjetivos como «subrogada», es decir, que sustituye o pone a alguien o algo en lugar de otra persona o cosa) le ha pasado a la mayoría de las mujeres a lo largo de los tiempos con distinta incidencia y consecuencias. Hasta hace 60 años era el gran relato femenino. El proceso, aun despejado de la fecundación y de la crianza, produce efectos en el cuerpo como los vómitos matutinos, el sueño traidor, los mareos, el aumento de volumen y de peso, las contracciones, las patadas, el sabor a hierro en la boca, el caucho en las tetas, miedos y antojos y un sentido de protección que deja recuerdos a lo largo del camino que va de la prevención del aborto espontáneo al parto.

Estas mujeres, perdón, estos vientres que tienen una mujer subsumiéndolos (o al revés, no sé dónde situar el punto de vista porque el embarazo es cosa de la mujer y la gestación del feto) seguramente reciben atenciones que no obtendrían para sus hijos, quizá la mejor alimentación de sus vidas, se ignora cuánto control más allá de la libertad exigible. Queremos saber: ¿les arrebatan la criatura según le cortan el cordón umbilical o le dejan acercárselo al pecho y mirarlo, cubierto de sangre y líquido amniótico? Hay que desearles que sean psicológicamente fuertes y emocionalmente frías. ¿Las clínicas las cuidan después o vuelven a casa a las 24 horas?

Suscríbete para seguir leyendo