Las palabras no son inocentes

Del «¡que les vote Txapote!» al «Código Penal de ‘la Manada’» o el uso de eslóganes insidiosos para erosionar al oponente; ¿cuánta desmesura queda aún por ver hasta las próximas elecciones?

Rosa Paz

Rosa Paz

Sin llegar al grado de infamia que supone el «¡que les vote Txapote!» que Isabel Díaz Ayuso, copiando un eslogan de la extrema derecha, le espetó en sede parlamentaria al socialista Juan Lobato, decir que el PSOE, Pedro Sánchez, por ser más precisos, pretende volver al «Código Penal de la Manada» con su reforma de la ley del solo sí es sí es, cuando menos, insidioso y desde luego desleal con el partido del que Unidas Podemos es socio de Gobierno. De hecho, quienes más repiten esa afirmación son precisamente dos ministras que se sientan en el Ejecutivo que preside Sánchez. Las palabras no son inocentes. Lo dijo el escritor José Saramago y es una gran verdad. Las palabras no son inocentes nunca. Menos aún cuando no son espontáneas y, por tanto, a lo mejor irreflexivas o producto de la ira, sino que responden a una meditada estrategia para marcar territorio y erosionar la imagen del otro, en este caso el coaligado al que quieren arrebatar el liderazgo, al menos en el movimiento feminista.

Este objetivo, el de liderar el feminismo, parece claro, pero se entiende menos el empeño en tratar de extender el antisanchismo, tan férreo entre los votantes de las derechas, también a los de las izquierdas. Más que nada porque salvo que se trate de una estrategia suicida -tan propia de la izquierda-, dirigida a dinamitar cualquier posibilidad de continuar en el poder, lo que parece claro es que la permanencia del Gobierno de progreso depende de que tanto al PSOE como al espacio que lidera Yolanda Díaz, se supone que con la incorporación de UP, les vaya medianamente bien en las elecciones. Así que marcar posición es lógico y seguramente necesario, porque al fin y al cabo esas fuerzas políticas compiten en el mismo espacio electoral, pero utilizar para ello el descrédito del aliado (¿o ya lo ven como un adversario?) es, se mire por donde se mire, exagerado e incluso peligroso. Más que nada porque, aunque Sánchez parece hecho de acero inoxidable y se desenvuelve con una seguridad que en ocasiones semeja estar por encima de sus posibilidades, la rebelión de las dos ministras de Podemos puede acabar por desgastar, sí o sí, su liderazgo. En especial entre los socialistas, algunos de los cuales anhelan un golpe de autoridad del presidente y que las eche del Gobierno.

Esta trifulca es especialmente arriesgada cuando ninguno de los partidos de la izquierda va sobrado de votos. De la lectura de los sondeos, excepción hecha del barómetro del CIS, se deriva que las expectativas electorales de los socialistas no son tan buenas como quisieran, ni lo son tampoco las de sus socios. No tanto en las elecciones municipales y autonómicas, donde la personalidad de los candidatos y la gestión de sus gobiernos pesan tanto como el empeño de la derecha en espolear el antisanchismo, como en las generales, donde los socialistas podrían tener más problemas. Tanto por sus aparentemente menguantes posibilidades como por lo exiguas que parecen ser las de los aliados a su izquierda, a los que tampoco parece beneficiar, al menos por el momento, semejante bronca. Seguramente es por eso que Yolanda Díaz prefiere transmitir una imagen de buen rollo con sus colegas socialistas del Gobierno, en particular con Sánchez, y no participar en las estrategias corrosivas de sus compañeras de coalición.

Más allá de cuales sean los objetivos electorales últimos que los mueven, convendría meditar sobre el uso y abuso de eslóganes insidiosos para erosionar al rival electoral, frases a las que la sociedad española parece estar muy acostumbrada. Ni siquiera ha generado escándalo la ominosa alusión de la presidenta de Madrid al etarra condenado por los asesinatos de Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica o Fernando Buesa, hecha para criticar los pactos de Sánchez con Bildu. Como tampoco lo genera la repulsiva mención que hace Podemos a la Manada cuando la parte socialista del Gobierno intenta arreglar el desbarajuste penal que han causado algunos errores en la elaboración de la ley del solo sí es sí. Si este es el tono dominante, cuando aún faltan unos meses para las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo y 10 para las generales, ¿cuánta desmesura queda aún por ver?

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