Un año de guerra que obliga a buscar la paz

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, durante una reunión.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, durante una reunión. / EFE

Editorial

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La invasión de Ucrania desplegada por Rusia hace un año ha desencadenado el mayor conflicto bélico del último medio siglo por la dimensión planetaria y global de sus consecuencias, desde el orden económico al militar o geopolítico, con decenas de miles de muertos en el terreno, ciudades devastadas y ocho millones de refugiados esparcidos por cuarenta países. La sangre vuelve a correr en Europa. «No os olvidéis de nosotros», clamaban las trescientas personas, muchas ucranianas, que se concentraron esta semana en la plaza de España de Palma, donde denunciaron la agresión perpetrada por Putin a su pueblo, contraviniendo el Derecho Internacional y con especial ensañamiento en la población civil. En sus mensajes, una palabra sobresalía sobre todas las demás: paz. Sin embargo, las posiciones y declaraciones de ambas partes ante la trágica efeméride conducen a pensar que la guerra está ahora mismo más próxima a convertirse en un conflicto de larga duración, con un creciente coste humano y material, cada vez más insoportable, que a reconducirse hacia un proceso de negociación para declarar un alto el fuego y propiciar un desenlace pactado, como todos asumen que acabará pasando. La pregunta es cuándo y en qué términos. Zelenski defiende la integridad de su país, mientras Putin insiste en ocupar un territorio que considera arrebatado. En esta disputa, tanto Moscú como Kiev son conscientes de que no conseguirán la victoria militar total que proclaman sus líderes, al tratarse de un conflicto mundializado, con zonas oscuras, donde el cruce de intereses tiende a marcar líneas rojas, a apretar el freno y el acelerador, a la hora de satisfacer peticiones en función de las coyunturas y las conveniencias. En este año de contienda Putin no solo no ha derribado al gobierno de Zelenski en un paseo militar, como preveía, sino que ha acercado Ucrania a Occidente, ha reactivado la OTAN y ha posibilitado que Estados Unidos ocupe su vacante como suministradora de gas a Europa, con muy alta rentabilidad. En Naciones Unidas, 141 países han censurado la actuación rusa (dos menos que en octubre), que no obstante pudo recabar 7 apoyos (dos más que en octubre) y 32 abstenciones, entre ellas India y China, que ha sorprendido con una propuesta de paz parcial, pero que puede ser un punto de partida. Pese al firme apoyo de Occidente, el tiempo también corre en contra de Zelenski. Su gran preocupación: ¿Se cansarán de seguir ayudando si el conflicto se enquista? De momento, todas las partes redoblan la apuesta militar. Preocupa especialmente la tensión nuclear introducida por Putin al anunciar el despliegue de nuevos misiles intercontinentales. Una potencia nuclear enfrentada a un país al que suministran armas otros treinta, algunos de ellos también con botón nuclear, un dispositivo que no se activa desde hace 77 años. Un panorama de auténtico escalofrío que obliga a intensificar la búsqueda de vías negociadas para conseguir la paz.