Una trama contra la UE, igualito que Rajoy

La presidenta italiana del Parlamento Europeo establece que los eurodiputados italianos no tienen un precio, sino que los países de infieles han llegado a las puertas de la fortaleza bruselense

Matías Vallés

Matías Vallés

Rajoy volvió a asombrar al mundo al declarar que Gürtel no era una trama del PP, sino «una trama contra el PP». El malabarismo dialéctico parecía un refugio de la corrupción a la española, hasta que el pasado lunes compareció Roberta Metsola en Bruselas, para refugiarse en que la compraventa de un número indeterminado de los setecientos eurodiputados bajo su presidencia se debía a una insidiosa operación diseñada por «terceros países». Se acabó la autocrítica.

La presidenta italiana del Parlamento Europeo dictamina que los diputados también italianos no tienen un precio, sino que los países de infieles han llegado a las puertas de la fortaleza bruselense. El paso siguiente consistirá en reclamar nuevas aportaciones a los países miembros, para maquillar el descrédito de un templo repleto de mercaderes que ni siquiera arriesgan su capital, sino que transforman los votos en petrodólares.

La imagen de los jeques malvados que tientan a los eurodiputados inocentes no admite ni un resabio de consideración irónica. Los licenciados con máster en las mejores universidades del planeta habrían sido envenenados por unos multimillonarios a quienes en su fuero interno no adjudican ni la categoría de jeques tribales. La pretensión de un colonialismo inverso, con los indígenas europeos seducidos por las cuentas y abalorios de los imperialistas asiáticos, agrava el robo masivo con fondos públicos. Igualito que Rajoy, cuando lamentaba la acometida contra el PP mientras se mostraba zalamero con Bárcenas en «Luis sé fuerte».

El euroescándalo de mayoría socialista no inquieta tampoco a Iratxe García, la presidenta española del grupo progresista que incomprensiblemente continúa en el cargo. ¿Qué más pruebas necesitaba de la entrega de sus diputados a Qatar, una conversión colectiva al Islam? En sintonía con Metsola, la dirigente del PSOE señala que «siempre que haya un corruptor, encontrará un corrupto». ¿Y por qué no al revés, corrupto busca a corruptor? La caza del agente exterior para el robo de los caudales públicos es la esencia otra vez de Gürtel, o de saqueos igualmente renombrados como la aventura de Unión Mallorquina, un partido disuelto por ausencia de líderes no encarcelados.

No se trata de un problema exclusivamente político. Cuando se esperaba que los perros guardianes de la democracia acorralarían con sus ladridos a la corrupción bananera en la Eurocámara, la sinfonía dominante en la prensa acogida a la UE se refiere a la intolerable contaminación de la pureza bruselense, a cargo de países culpables como Marruecos o Qatar. Una interpretación ejemplar y aberrante, marroquíes o qataríes son dignos de conmiseración si se dejan penetrar por los parlamentarios europeos.

Por tanto, la reacción autoexculpatoria a una corrupción en fajos de billetes no solo mide el grave estado de las instituciones continentales, sino que abarca a su cortejo mediático. Queda claro que los centenares de afectados en su perspectiva salarial no cederán ni una de sus prerrogativas. Es dolorosamente incorrecto constatarlo pero, ¿cuál es el nombre del intrépido periodista que denunció en primer lugar a la Unión Europea revestida literalmente de mármoles? En efecto, un tal Boris Johnson.

La razón de ser de una cámara que se doblega ante manojos de billetes es inexistente. La operación de lavado de imagen en curso pretende que la visión angelical de los representantes democráticamente elegidos por personas decentes se imponga a sus trapacerías. Esta corrección funcionaba a la perfección con Rajoy, de quien nadie discutirá que posee una estampa por encima de toda sospecha.

Los carísimos spin doctors de Bruselas intentarán ahora manipular la intercesión corrupta ante Qatar o Marruecos, hasta concluir que fue beneficiosa para ambas partes, una forma indirecta de perdonar el dinero robado. A continuación, se iniciará el trabajo de aniquilación de la investigación judicial. Asomarán excesos ficticios, se magnificarán los errores inevitables en la digestión de un escándalo colosal. Nada original, una reacción parecida a la liquidación de Baltasar Garzón en la Gürtel, o a los banqueros sicilianos dirigiéndose a la autoridad judicial para denunciar la minuciosidad de un Giovanni Falcone que se empeñaba en reclamar los registros diarios de las operaciones cerradas en Palermo por la Mafia.

En la biografía del juez italiano asesinado también se halla el desenlace de la corrupción en el Europarlamento. El presidente de la Audiencia siciliana le exigió al inmediato superior de Falcone que le despojara de los casos espectaculares, y que lo dedicara a la tarea prosaica de un juez de instrucción. El interpelado replicó:

-¿Y cuál es esa tarea?

-No hacer nada.

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