El mundo ha cambiado. Los carroñeros y sus costumbres, también. Incluso el funcionamiento de un rebaño de ovejas casi no es el mismo que hace un siglo y por motivos obvios. Autopistas y carreteras condicionan el desarrollo, y la vida del mismo. Hoy puedes ver en las orillas de las mismas ciertos panoramas que confirman un desequilibrio absoluto.

Todos los seres vivos son necesarios, todos. En la naturaleza todo tenía un orden y un sentido, pero cuando los consumidores de carroña atacan la vida en movimiento, la vida en su apogeo o a la vida en sus comienzos, es una mala señal de que algo no funciona. Se podrá aislar a un individuo, pero no a todos a la vez, nunca. Esa bandada negra puede atacar en grupos numerosos al indefenso, pero no pueden uno a uno atacarlos todos a la vez. En el fondo es un macabro juego antiguo. Por otro lado, el ganado ovino básicamente, y por poner el ejemplo, funciona por el olor y la voz de su descendencia que en el rol de la continuidad de la especie, y su supervivencia, forzosamente sigue en el anhelo de no perder el contacto con los suyos. Una placenta en movimiento… y ya está ahí el primero del más grande de los paseriformes europeos, el cuervo. Corvus Corax, unos sesenta y cuatro centímetros de bicho. De espectacular observación cuando se deja en caída libre, como un peso muerto, para volver a levantarse haciendo acrobacias, durante el celo.

Ayer su población reproductora era discreta, hoy es ya bastante numerosa, aspecto que hace que se diversifique la conducta.

Todo sigue cambiando. El funcionamiento de las ovejas y la vida de sus pastores. El cuervo tiene un pico poderoso y un reclamo áspero y profundo. Siempre refugiados sus nidos en la Sierra o en los acantilados marinos más inaccesibles para desplegarse, sin piedad, sobre las más débiles criaturas que va encontrando.

Los ornitólogos norteamericanos hace años que van ampliando el conocimiento de la vida y costumbres que hasta hace poco eran desconocidas o no se habían estudiado a fondo. Las más recientes igualan su inteligencia a la del chimpancé, desde que unos californianos observaron, reiteradas veces, a dos ejemplares utilizando un bastoncillo para hurgar en un palo de electricidad para hacer salir la presa, ese arácnido en su calculado escondrijo. Es considerado, entre los pájaros, el más inteligente y a ratos el más cruel.

Cuando el cordero armado responde en una de las naturales y justas estampas el depredador puede, también, acabar neutralizado. La valentía en bandada contrasta con la cobardía en solitario. El cuervo en su actuación si no es ágil, si no es rápido y contundente, puede acabar recibiendo la embestida de la cornamenta, pues parado en el suelo su resolución es gallinácea.

En la naturaleza cualquier comportamiento acude a su lógica. La queja en el reclamo del corderito en la oscuridad de la noche nos evoca que se ha perdido y solo el timbre personal de la criatura lo puede, finalmente, devolver a la madre. Toni Garrit (de la Colònia de Sant Pere), uno de los últimos oguers de Mallorca (pastor de yeguas) solía explicar con todo detalle cómo suele ir la cosa. No era ningún científico de la Costa Oeste de los USA pero era coetáneo (y compañero de clase) de los últimos ermitaños de Betlem en la Costa Este mallorquina. Ustedes saben, y lo habrán visto sobre todo cuando bajan mucho las temperaturas, que se puede ver fácilmente donde hay partos de ovejas salir a los córvidos rápidamente al acecho de la placenta. Este señor nos detalló, en su momento, y paso a paso, lo que pasaba cuando un grupo de estas inteligentes aves se topaban con el corderito de dios de pocas horas y demasiado alejado de su madre. Pronto al temible abordaje: ORK, ORK… y en el primer quejido el rápido intento de corte, y extirpación, de la lengua del pequeño para confirmar su incomunicación futura. Incluso en el más extremo de los casos un siguiente paso… cegarlo. Esa es la auténtica gramática del totalitario que da paso a la definitiva y más cobarde de las depredaciones.