La victoria electoral de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, con unos modos y personalidad poco comunes por parte de la ganadora, han abocado al PP a revisar todos sus liderazgos regionales, un proceso de actualización, en busca del mejor cartel electoral, del que no ha quedado exenta Balears.

El partido ha forzado la renuncia de su hasta ahora presidente en las islas, Gabriel Company, y encamina una nueva etapa con la actual diputada nacional Margalida Prohens como líder de los conservadores en Balears. La modificación significa un cambio sustancial, tanto de personalidad como de talante político y en la práctica supone un revulsivo, no solo para el PP, de cara a los próximos comicios autonómicos. Ha empezado la campaña.

Gabriel Company regresa a la vida privada y al negocio familiar siendo el único líder del PP de Balears que no ha logrado ocupar la presidencia del Govern. Recogió un partido devastado por la controvertida gestión de José Ramón Bauzá y desde entonces no ha conseguido perfil político suficiente para crearse identidad ni capacidad de discurso veraz para inquietar y ganar terreno a una Francina Armengol acomodada en el Consolat de Mar. Se da por hecho que ahora, con el ibicenco Antoni Costa como portavoz, el PP ganará solvencia y mejor nivel de oratoria en el debate parlamentario. Es una misión que, en las condiciones actuales, se vuelve particularmente estratégica porque la nueva líder Prohens no dispone ahora mismo de atril institucional propio en las islas.

Aquella intención inicial de convertir a Gabriel Company en la versión actualizada del regionalismo y el populismo impregnados en sus inicios al PP por Gabriel Cañellas ha quedado desvanecida. Madrid ha dirigido y marcado un recambio que en Balears no ha levantado ampollas ni movimientos de alternancia, lo cual significa por lo menos tres cosas, que se asume que hoy el partido mantiene un perfil muy desdibujado ante la sociedad insular, que la autonomía regional brilla por su ausencia y que el recambio de Company se tenía por inevitable desde antes de producirse. El presidente dimisionario no ha hallado colaboradores en el aparato del partido ni ha podido construirse una alternativa propia.

Marga Prohens supone una personalidad muy diferente a la de Company. Es una mujer beligerante, con una carrera política prácticamente meteórica, que en el Congreso ha sabido captar la atención de Pablo Casado y siempre se ha mostrado solvente en la réplica inmediata y el ataque inicial con mensaje breve. Pero Prohens no tiene experiencia de gestión y está en Madrid. A partir de ahí debe construir su alternativa para las elecciones de 2023, un escenario que puede estar en constante movilidad, dadas las complejas circunstancias actuales.

La posibilidad de relevo en el Govern, por parte del PP, dependerá por igual, en buena medida de la gestión de salida de la pandemia y de la consiguiente sacudida económica, que haga la presidenta Armengol. Vienen por delante dos años cruciales en los que también habrá que ver si los conservadores acaban incorporando los restos de Ciudadanos y el verdadero peso específico que adquiere Vox. También queda por despejar el papel de Més y su nacionalismo en permanente refundación. Todo ello sin olvidar que las coaliciones serán imprescindibles.