Opinión | Campaña del 4-M
A la madrileña
A nadie le agradará que se considere que el dramático enfrentamiento que se vive entre derecha e izquierda sea una característica típica de Madrid
Es difícil saber si el concepto “a la madrileña” con el que Isabel Díaz Ayuso define el modo de vida de Madrid, ya saben, la libertad para tomarse unas cañitas al salir de trabajar, se puede extender también a la bronca campaña electoral. Seguro que a nadie, ni siquiera a la aspirante del PP a seguir en la presidencia de la comunidad, le agradará que se considere que el dramático enfrentamiento que se está viviendo entre derecha e izquierda en estas vísperas electorales sea una característica típica de Madrid. O al menos, solo de Madrid.
Como tampoco lo es, por supuesto, lo de tomarse algo al acabar la jornada laboral, una costumbre que se extiende por toda la península, siempre que se den algunas condiciones: que tengas trabajo, que ganes lo suficiente para pagar los gastos domésticos y el alquiler —altísimo en Madrid— y que te sobre algo para las cañitas. Porque hay muchos madrileños, aunque Ayuso los ignore o los insulte llamándoles “mantenidos”, que están en las colas del hambre. Hay muchos que no llegan a fin de mes. Pero esos a la candidata del PP parecen importarle menos, quizá porque piensa que no le votarán.
Sin embargo, es muy probable que la mayoría de los madrileños estén hartos de una campaña de griterío en la que no se debate medida alguna a aplicar en los próximos meses para resolver sus problemas, muchos de ellos consecuencia de las crisis sanitaria, económica y social que nos asuelan. Como tampoco se debate, a la derecha no le interesa y la izquierda ha caído en su juego, qué hacer para mejorar la sanidad pública, en particular la atención primaria, o la educación o los servicios sociales.
Como los sondeos dan mayoría a la derecha, aunque no muy amplia, la izquierda ha optado por la estrategia de Pablo Iglesias de intentar movilizar el voto progresista alertando del peligro de que el PP forme un Gobierno “a la madrileña” con la extrema derecha. El riesgo está ahí, pero el día 4 se verá si moviliza más el miedo a Vox o si a los progresistas les iría mejor acentuando su discurso social frente a la inanidad de Ayuso. La moneda aún está en el aire.
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