Me he propuesto ser prudente: La situación cultural en Mallorca es manifiestamente mejorable. Y en Palma muchísimo más.

Ante la inacción de todas las autoridades se han ido cerrando, uno tras otro, prácticamente todos los clubes de música en vivo que había en Palma. Desde el primero que fue el Bluesville hasta el último que es el Jazz Club Saratoga. Y en medio, sometido a toda clase de acoso por la policía local, mi querido Jazz Voyeur. Ya se los han cargado, uno a uno. Si de nuestros políticos dependiese, hoy sería imposible un Saló Beethoven como el de 1904 y Sonny Rollins no habría podido grabar en Palma los conciertos de su último cedé. Las autoridades me dirán que no es que sean fóbicos a la música pero que se deben a la aplicación de las normas. Y yo les tendré que replicar que esas normas son las que los mismos políticos han aprobado para dificultar hasta lo imposible que se abran clubes de música en vivo. La normativa que han aprobado es tan absurda que resulta impracticable. Han primado cualquier consideración con tal de relegar el arte, la cultura y la música al olvido. Es de pena que la normativa establezca que los ciudadanos de Palma tengamos prohibido entrar en el Saratoga a escuchar jazz.

Año a año vamos a peor en esa obsesión por prohibir y clausurar. Nos cerraron La Lonja en base a unas opiniones talibanes. Y no es solo que nieguen presupuesto a nuestros museos, es que dejan la administración cultural a políticos faltos de cualquier experiencia de gestión, que no solo lo ignoran todo, sino que además no muestran ningún interés por informarse. Soy testigo directo de que propuestas como las de Helga de Alvear o de la viuda de Barry Flanagan no merecieron ni una contestación, sin duda porque ni sabían quiénes eran ni tuvieron la más mínima curiosidad por saberlo. El episodio de la Feria de Colonia en Palma es de vergüenza. El Espai 4 del Solleric programó a muchos premios nacionales con un presupuesto irrisorio pero se decidió cesar a quien osó la gestión más seria que ha presentado un espacio artístico en Mallorca. Es Baluard se administra con un presupuesto que causa lástima. El teatro y la danza son auténticos eriales absolutamente abandonados por la gestión pública. No hemos tenido la suerte de contar con políticos cultos y sensibles al Arte.

Quienes de ustedes se pregunten por qué eso es así, les diré que hace poco he obtenido la respuesta. En un pueblo de Mallorca se aprobó un presupuesto para dedicar un espacio a un artista de relevancia universal que accedió de modo gratuito. Sucedió que cuando cambió el Consistorio, la máxima autoridad decidió revocar aquel proyecto en base al argumento de que dedicando ese dinero a organizar campeonatos de fútbol infantiles obtendrían mucho mayor rédito en las siguientes elecciones.

Da igual que gobiernen izquierdas o derechas, la cultura no les merece atención. Y no ha lugar a que yo intente convencerles de lo contrario. No serviría de nada. Me imagino su reacción cuando lean esto (si lo leen).