Nos encontramos en tiempos de acontecimientos en directo y globales en que la normalidad se ha convertido poco menos que en una situación de excepcionalidad. Precisamente por eso la investidura de Pedro Sánchez como presidente de España en un gobierno de coalición cobra aún más sentido de normalidad pese al ruido ambiente que se ha convertido, en muchos momentos, en el protagonista principal de estas semanas. Como diputado de Balears que tuvo la oportunidad de representar a los ciudadanos en esta nueva legislatura, mi voto favorable fue un acto de total normalidad y un ejercicio casi natural y rutinario ante una posición que los socialistas de Balears venimos reivindicando desde al menos el año 2015.

Los socialistas de Balears somos la primera fuerza en estas islas, y así lo han ratificado todos los procesos electorales del 2019. Al mismo tiempo, somos capaces de entender que los ciudadanos y ciudadanas de nuestra comunidad, como las de muchas otras de este país, nos han dado un mandato de pilotar las instituciones desde la pluralidad de una ciudadanía que quiere un proyecto progresista para nuestras islas. Una pluralidad que se expresa desde el 2015 en pactos de gobernabilidad plural en las instituciones, y que se han construido tanto en gobiernos de coalición a dos primero con apoyo externo y a tres formaciones en la actualidad.

Tras una primera legislatura, esta nueva pluralidad hoy se visualiza en un claro rumbo político plural liderado por los socialistas y muy especialmente por la presidenta Francina Armengol. Y al mismo tiempo, esa hoja de ruta política se acompaña de contenido y sentido presupuestario que se aprueba cada año sin incidencias mayores, lo que permite desarrollar una hoja programática común que además cuenta con un amplio espectro de apoyo reflejado en 2015 y 2019 en las urnas. En resumen, Balears funciona, y funciona bien, con una hoja de ruta política clara, con un rumbo presupuestario definido, y por tanto con un horizonte que puede gustar más o menos, como debe ser en democracia, pero claramente definido desde la pluralidad y que personalmente creo que engancha bien con el mundo plural y diverso en el que nos ha tocado vivir.

Este marco "balear" ha permitido unas políticas pioneras, primero con una fuerte dimensión social y orientadas a la equidad y la cohesión social, con una ambición climática pionera y con derechos y libertades reforzados, con leyes como la de Memoria. Con retos, con dificultades, sin hacerlo todo bien, pero con un proyecto común desde la diferencia de ideas, pero con valores comunes a las formaciones que hoy gobiernan ayuntamientos, consells y la comunitat autònoma.

Ante un marco que los socialistas de Balears hemos defendido desde el 2015, el voto de la investidura era un sí rotundo a la gobernabilidad, a gobernar desde el primer minuto a partir de una hoja de ruta basada en políticas sociales que van a mejorar la vida de los ciudadanos, en un marco económico financiero de estabilidad, tal como marca la Unión Europea, y en un proyecto de recuperación de los años perdidos, de recortes, y también de potenciación de derechos y libertades, de la memoria, y de nuevos derechos que se adapten a las nuevas formas de vida de las familias de este siglo XXI. Y por supuesto, que en Balears tenemos en marcha.

Sí, gobernar para cohesionar, para reducir la desigualdad, el primer problema de este país, para aumentar la inversión en educación y sanidad, para derogar leyes como la ley Wert, reformar para consolidar el sistema de pensiones, o aumentar el salario mínimo y reducir la precariedad y la temporalidad en el empleo. Aprobar leyes como la de un derecho a una muerte digna, y lógicamente luchar desde Balears para acelerar la pata fiscal del Régimen Especial de Balears e iniciar el camino de la negociación para un nuevo sistema de financiación. Un sí para mejorar la cohesión social, la igualdad y la justicia en un mundo cada vez más desigual. Un sí al cambio.

Los socialistas de Balears nunca nos hemos escondido. En un tiempo en el que lo obvio se ha convertido en lo excepcional, reivindicamos en política lo obvio, tan sencillo como escuchar y dialogar con el que tiene un proyecto diferente y contrapuesto. Un espacio que permita el diálogo desde la diferencia, la negociación dentro del marco constitucional, faltaría más recordar lo evidente, y por supuesto, llegar a pactos y acuerdos que es lo que reivindica una sociedad saturada de la parálisis y el bloqueo.

En definitiva, los socialistas revindicamos que la política también sirva para hablar con el diferente, para escuchar al otro, para ser capaces de resolver problemas, incluso con quien no piensa como nosotros.

P.D.: No quiero terminar sin recordar la investidura con mirada infantil. Mis hijas de siete años me contaron a mi llegada a casa tras la investidura cómo fue exactamente lo que ellas vieron con su abuela -maldita conciliación- en televisión. Hablaron de los votos, etcétera, y me recordaron una cosa. "Papá, había una chica enferma. Todo el mundo la abrazaba y le dieron flores".