Apartir de la reciente publicación en Diario de Mallorca de los datos relativos a los estudios universitarios de la UIB con mayor índice de inserción laboral en Balears, en ciertos sectores de la sociedad ha sorprendido que sean los estudios de Geografía uno de los mejor posicionados (la tercera posición de una lista con los diez primeros títulos de grado con mayores opciones profesionales a los tres años de que sus estudiantes se hayan graduado). Tales datos, sin embargo, no han resultado tan extraños a quienes conocen y aplican a diario ciertos contenidos clave como los que se imparten en una titulación como la de Geografía, pues estos contenidos se refieren a asuntos tales como el turismo, el clima y la meteorología, la geoinformática, el urbanismo, la movilidad, el agua, el paisaje, los riesgos naturales o la producción y el diseño de mapas.

Muchos de estos asuntos resultan familiares al ciudadano común porque fácilmente se relacionan con aspectos de la vida cotidiana: por ejemplo, cada vez que consultamos en un dispositivo móvil -teléfono o tablet- una ruta a seguir o una localización, pero también cada vez que consultamos el tiempo meteorológico, cada vez que hacemos una foto al paisaje o cada vez que opinamos sobre el estado de nuestro barrio, de nuestra ciudad o del mundo. Lo geográfico -el espacio físico que nos envuelve más las actividades que como seres vivos realizamos en él- es parte integrante de nuestras vidas, y se hace presente cada vez que nos desplazamos, viajamos, aparcamos, cogemos un autobús o vamos en bicicleta, o cuando acudimos a una oficina del Catastro o a la oficina de Urbanismo y Medio Ambiente de nuestro ayuntamiento. Como las matemáticas elementales que mentalmente utilizamos varias veces al día, o como las lenguas con las que nos comunicamos, lo geográfico es un envoltorio que podemos comprender, y cuyo conocimiento empleamos para gestionar el lugar en el que vivimos, sea el barrio, la ciudad, nuestra isla o la Tierra entera. También gestionamos su patrimonio cultural y natural. Así que lo normal es encontrar a quien se ocupa, profesionalmente, de analizar todo tipo de datos geográficos, de mapificarlos y de utilizarlos para mejorar nuestro lugar en el mundo y su compleja sociedad. En esta tarea, por cierto, los geógrafos no suelen trabajar solos, pues comparten ideas y planes con disciplinas afines como la Arquitectura -en su vertiente planificadora de la ciudad y del paisaje-, o las Ciencias Ambientales, por no hablar de la estrecha relación entre lo geográfico (el espacio) y lo histórico (el tiempo).

El caso es que los estudios universitarios de Geografía (en este caso con mayúscula) tienen la misión de enseñar acerca de esos aspectos, con la vista puesta en la formación de profesionales con unos conocimientos técnicos y metodológicos que ahora son enormemente demandados en todo tipo de Administraciones o empresas de muy diversos sectores, de ahí que no resulte ninguna sorpresa -sino del todo normal- que en esas Administraciones y en esas empresas encontremos a profesionales de la geografía ejerciendo como tales, y que, en consecuencia, los datos de inserción laboral reflejen esta realidad. También viene siendo habitual encontrarnos con que no pocos cargos directivos y políticos los ocupan titulados en Geografía, o descubrir que también lo son muchos presentadores de televisión que conducen la sección de "El tiempo". Muchos de ellos han salido de las aulas de la Universitat de les Illes Balears, una universidad que, además, ofrece numerosas posibilidades de intercambio de sus estudiantes a nivel nacional e internacional, como forma de ampliar su conocimiento del mundo, pero también como forma de ampliar sus relaciones con personas de otros lugares, hablando otros idiomas.

Aunque Geografía es una disciplina tanto ambiental como social y humana, su adscripción formal a la rama de ciencias sociales parece que favorece la inserción de sus titulados en el mercado de trabajo, pues la rama de ciencias sociales y jurídicas, junto con la de ciencias de la salud, es la que, en 2014, mayor número de titulados había insertado laboralmente a los tres años de su graduación. Relaciones Laborales y Educación Social, con un 97% y un 96% respectivamente, acarician la ocupación plena, pero es que a estos estudios le siguen Geografía y Enfermería, carreras en las que el 89% de sus estudiantes había encontrado trabajo a los tres años de graduarse. Esto quiere decir, en lo que concierne a Geografía, que debe de haber razones por las cuales sus estudiantes están siendo altamente demandados para trabajar. Esas razones las hemos expuesto más arriba, y ahora añadiremos que muchos estudiantes sensibles a las causas sociales, pero también aquellos mejor sensibilizados con el medio ambiente o el territorio -con sus problemas y soluciones-, parece que han descubierto en este grado una carrera ideal y con futuro.