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El parto de los montes, mientras la vida sigue

No sabemos si el embarazo político iniciado el 20-D concluirá como el parto de los montes, cuya expresión nos remite a una fábula de Esopo perfectamente asimilable a nuestra realidad. "En un lugar no muy lejano los montes comenzaron a hacer ruido y a dar señales de como si fueran a parir. Los hombres y las mujeres, que nunca habían visto un suceso semejante, pasaban los días esperando que ese parto llegara y lo hacían con mucho miedo y gran asombro por ser testigos de un hecho tan singular. Se cruzaban apuestas acerca de qué criatura terminarían por parir". Un parto feliz con una criatura amable (un acuerdo que permita un gobierno de cambio). O como concluye Esopo en un frustrante "mísero ratón" (repetición de las elecciones, con fórceps incluido). Pero mientras esperamos el desenlace la vida sigue, y los ciudadanos tienen que apechugar con sus ilusiones y desilusiones, con sus éxitos y fracasos, que necesariamente conlleva la labor de vivir y convivir.

Esvamos viviendo unos momentos peculiares. Después de un embarazo difícil, oficialmente la crisis ha concluido, estamos experimentando un crecimiento económico y en consecuencia del empleo, Lo que debería repercutir en una visión optimista de nuestro presente y futuro. Según una reciente encuesta nuestros empresarios son los más optimistas de este país llamado España, lo que es una buena noticia porque se supone que si su rentabilidad empresarial es positiva deberá rebotar en tasas de empleo estable y en cierta redistribución de rentas.

Tal optimismo se basa en las muy buenas cifras de turistas y visitantes en la ya próxima temporada alta, a pesar del Impuesto Turístico, santo y seña de los cañonazos de una parte de nuestros empresarios (especialmente del subsector hotelero). Pero tales buenas perspectivas, que sin duda son reales, ¿están basadas en criterios sólidos de sostenibilidad a medio y largo plazo? Podemos morir de éxito.

A pesar de determinados esfuerzos para desestacionalizar la actividad turística, la realidad es que las cifras millonarias de turistas se concentran fundamentalmente en los meses "punta" de la temporada alta. Aproximadamente el 5 de agosto la población que "reside" en nuestro territorio es de casi de dos millones. Problemas, ¡haberlos haylos! Por una parte, las infraestructuras (carreteras, depuradoras, desaladoras...), así como determinados equipamientos y servicios, necesarios para el uso de la población máxima (julio, agosto...), mientras su elevado coste de mantenimiento del resto del año lo soporta la población autóctona estable (en torno a un millón cien mil personas). Por otra parte, la carga sobre nuestro territorio, escaso y frágil, es fuente de degradación constante. Sin olvidar que los mismos turistas y visitantes comienzan a percibir síntomas negativos de saturación (vgr. en playas).

Pero, hay más. Un reciente informe de la OCDE, nos presenta la otra cara de la moneda. Nuestra comunidad está por debajo de los países avanzados en índices tales como distribución de renta, economía sumergida, bajos salarios. Y hay un dato muy significativo y relevante; somos la región número 176 sobre 239 en "competitividad", de la cual tanto fardan algunos de nuestros empresarios. Pero, sobre todo, llama la atención la causa de que nuestra economía sea poco competitiva: es "porque está lastrada por su deficiente sostenibilidad social y medio ambiental". ¡Pelillos a la mar!

Dicho todo lo cual, nuestra economía turística tiene indudablemente fortalezas que poner en valor, más allá del más de lo mismo (aunque sea de nueva construcción) que sin duda se verá afectado cuando un año u otro los destinos turísticos alternativos del Mediterráneo se recuperen. Sin olvidar la necesidad de buscar y encontrar mimbres, que nos permitan construir una economía, no sólo directamente turística, sostenida y sostenible.

Termino como empecé, el difícil embarazo político cuyo resultado no nos debería dejar indiferentes. Para desarrollar nuestras fortalezas que nos posibiliten índices de desarrollo estable, cuantitativo y cualitativo, es necesaria la política. Ya sé que algunos me refutarán recordándome que la riqueza, el empleo... lo crea la iniciativa privada, y los políticos sólo enredan el percal. Es cierto, parcialmente. También son precisas unas instituciones democráticas, cuyas iniciativas sean eficaces y estén en función de los intereses comunes. Y políticos buenos y malos haberlos haylos, como en cualquier colectivo, incluidos los empresarios.

De momento, es imprevisible cómo concluirá el parto de los montes. Si sale con barbas, San Antón, y si no, la Purísima Concepción. Cabría la posibilidad de que la alteración de la sangre que la primavera provoca, tuviera efectos benéficos y facilitara que concluyera no con un "mísero ratón" sino con un pacto de gobierno de cambio y posibilite una sociedad, la nuestra, libre, cohesionada, con igualdad de oportunidades. La esperanza, dícese, es lo último que se pierde.

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