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Entrevista

Antoni Riera: "El crecimiento económico que tiene Balears es muy vulnerable"

"Estamos en tiempo de descuento. Llevamos 14 años perdiendo PIB per cápita y no se ha hecho nada" - "El 41% de la mano de obra balear tiene baja cualificación, cuando solo se necesita un 13%" - "No estamos ganando todo el dinero que podríamos ganar, ni en lo privado ni en lo social"

Antoni Riera advierte de la necesidad de que la economía balear mejore su competitividad para frenar la caída en su riqueza per cápita. Guillem Bosch

Tras un año de vida de la Fundación Impulsa, financiada por Govern y la CAEB, su director técnico comienza a poner sobre la mesa el trabajo realizado.

El último informe de Ibestat desvela la caída que se está registrando en la riqueza per cápita de Balears. ¿Desde Impulsa han hecho el diagnóstico del enfermo?

—No es solo que el PIB per cápita de las islas está ya por debajo de la media europea, sino que en breve podemos quedar ya por debajo de la media española. Castilla-León está prácticamente cogiéndonos el puesto. El objetivo de cualquier región o país debería de ser traducir el crecimiento económico en bienestar, porque en caso contrario no tiene sentido crecer. Desde esa perspectiva, el crecimiento económico de Balears está teniendo serias dificultades para traducirse en bienestar, y eso ocurre no solo desde 2008 con la crisis económica, sino que es algo que viene sucediendo prácticamente desde el año 2000. Los primeros síntomas se adivinaban en 1998 pero se ponen de manifiesto a partir de 2001 en términos de caída del PIB per cápita. En Balears, éste disminuyó durante la fase expansiva, entre el año 2000 y 2007, un 6,4%, mientras que en España y Europa crecía en torno a un 14%. Y durante la fase recesiva, de 2008 a 2014, la caída es mayor, con un descenso del 12,7% en el archipiélago, cuando en Europa prácticamente se mantiene constante, con una bajada de solo un 0,8%, mientras que en España el recorte es del 9,7%. En definitiva, entre el 2000 y el 2014 en PIB per cápita balear ha descendido un 18,3%, mientras España ha conseguido incrementarlo un 3% y Europa un 14,3%.

¿Por qué sucede todo esto?

—El PIB per cápita no es más que crecimiento dividido por población. El crecimiento de la economía balear para el periodo 2000-2014 ha sido de un 11%, mientras que España ha alcanzado un 19% y Europa un 18%. Lo curioso es que durante la etapa expansiva crecimos casi lo mismo que Europa, pero el resultado fue un PIB per cápita a la baja, luego no es un problema de crecimiento económico. ¿Podría ser un problema de incremento de población? En las islas ha aumentado más que la media europea, pero ha sido de personas mayores de 15 años en edad de trabajar y que se integraron en el mercado laboral. ¿Entonces qué ha pasado? Durante la fase de expansión la mano de obra de las islas creció un 31,8%; la inversión en capital físico, como maquinaria, aumento un 55%; y fuimos la comunidad española que más incrementó su capital tecnológico, con un 134,6%, y sin embargo solo conseguimos un crecimiento del PIB del 16,5% entre 2000 y 2007, además con una caída de ese PIB per cápita. ¿Dónde esta el problema? Justo en un tema de productividad. El producto que estamos generando no es suficiente para mantener el nivel de bienestar de la población residente. Somos una economía que en los años 60 creció de forma muy rápida y todo ese crecimiento lo transformó en bienestar, con un patrón de acumulación: más mano de obra, más hoteles, más inversión... Esa forma de crecer tiene un límite, y no se puede alimentar a un niño igual que se alimenta a un adulto. El problema de Balears es que no ha sido capaz de transitar desde un patrón de crecimiento basado en la acumulación a otro sustentado en el aprovechamiento, que es el que impulsan las regiones de Europa que se han mantenido en puestos de liderazgo. En el año 2000, Balears estaba entre las 50 regiones europeas con el PIB per cápita más alto, y ahora está por debajo de las 100. De esas 50 primeras, solo cuatro han descendido de ese ranking, y ninguna ha bajado tanto como Balears. Lo que sucede es que la diferencia entre lo que nos cuesta el producto y el precio al que lo colocamos en el mercado es demasiado pequeña. Y ese diferencial se mantiene básicamente por una política de control de costes y no de aumento de la productividad. Este problema no se da solo en el sector turístico de las islas, sino que afecta a todos los sectores. Por eso las políticas sectoriales, sea turística o industrial, no sirven. Hace falta una política para el conjunto de la economía balear. No se pueden aplicar recetas simples a un problema altamente complejo.

Los economistas hacen una advertencia en relación a un uso excesivo de mano de obra de baja cualificación

—Somos una economía muy intensiva en la utilización de factores de producción, y entre ellos de mano de obra, donde se da más prioridad a la cantidad que a la calidad. Sin embargo, es un desajuste del propio mercado laboral. En Impulsa hemos desarrollado una herramienta para reflejar este problema, y vemos qué demandan los empresarios y qué encuentran. El 41,2% de la mano de obra balear tiene un nivel de cualificación muy bajo, que no sobrepasa los estudios obligatorios, pero el mercado solo demanda un 13,1% de este tipo de trabajadores. Lo que sucede es que gente con niveles de cualificación baja ocupa puestos de cualificación media. Esto es un foco de mala productividad, y el empresario tiene problemas para que sus ofertas de empleo sean ocupadas por personal con la formación adecuada. Si queremos cambiar esto, el primer ingrediente fundamental es elevar la formación. Porque el 59,4% del empleo que generan nuestras empresas va dirigido a trabajadores de cualificación media, como la Formación Profesional, cuando solo un 26,7% de las personas en edad de trabajar se enmarcan en este grupo. Una explicación de que se invierta tanto en tecnología, y por contra se genere un PIB tan bajo, es que no hay mano de obra adecuada para sacar provecho a esa tecnología.

Una vez diagnosticada la enfermedad ¿Impulsa tiene ya diseñado el tratamiento?

—Lo que cada vez tenemos más claro es que Balears necesita una política de competitividad global. Pero hay que tener en cuenta que entre los pilares en los que Balears ocupa un peor lugar si la comparamos con el resto de regiones europeas se encuentran la innovación y la educación. Por contra, en infraestructuras ocupamos un buen puesto dentro de la UE, por lo que no es ahí donde hay que priorizar las inversiones ¿Debemos gastar más en educación y en innovación? Sí, pero el problema es identificar exactamente dónde hacer ese esfuerzo. Identificar estas prioridades es uno de los trabajos que estamos haciendo desde la Fundación Impulsa. No tenemos ni tiempo ni dinero para activar todas las palancas en todos los sectores, de ahí que sea tan importante saber priorizar. Balears debe decidir si pone en marcha este proceso, y de momento no lo ha hecho.

¿La Administración y las organizaciones empresariales de Baleares tienen esa información?

—Ya la tienen.

La pregunta es si somos un enfermo dócil y vamos a acatar las recomendaciones del médico.

—Somos reticentes al cambio, y jugamos con una doble desventaja. Con perspectivas a corto plazo, hemos cerrado 2015 con un crecimiento del 2,9%, y seguramente en 2016 nos acercaremos al 3%, lo que son tasas muy dignas para una economía madura como es la balear. El problema es que en 2014 también crecimos pero el bienestar siguió disminuyendo, aunque los datos a corto plazo parecen indicarnos que el enfermo se mueve. Sin embargo, cuando nos metemos en temas estructurales, nos damos cuenta de que hay problemas y desequilibrios que hay que atajar. Otras zonas lo han hecho, y desde Impulsa hemos analizado 15 regiones europeas que se encontraron con un problema muy parecido al nuestro, es decir, su tejido productivo disminuía, su paro aumentaba y al mismo tiempo se reducía su PIB per cápita, como Flandes, Baviera, Bilbao... Lo que todas estas regiones hicieron en su momento fue acordar una estrategia de competitividad. Y lo hicieron desde el liderazgo compartido entre el sector público y privado. En el caso de Balears, sobra opinión y falta conocimiento, y aplicamos recetas simples a problemas complejos. Nos equivocamos. Estas regiones generaron plataformas de conocimiento y no de opinión, que sirvieron para tomar mejores decisiones.

¿Esas decisiones pasan por invertir?

—La transformación de la que hablo solo es posible con inversión, pero hay que canalizar estos flujos, tanto privados como públicos, hacia un objetivo, que es elevar la competitividad o, en otros términos, la productividad. No es una inversión generalizada, del estilo ‘que llueva’, sino que hay que invertir en sectores muy concretos y en factores muy concretos. Pero o somos capaces de hacer esta reorientación, o vamos a seguir muriendo cada día de lo mismo. La clave está en convencer al empresariado de que si tiene capacidad de inversión tiene que dirigirla a estos objetivos y no a otras cosas, y en sectores determinados y no en otros. En este trabajo estamos.

¿Qué plazos tenemos para afrontar los cambios necesarios?

—Creo que Balears está en tiempo de descuento. Llevamos 14 años perdiendo PIB per cápita y no hemos hecho nada para evitarlo. ¿Qué programa electoral llevaba como objetivo claro frenar la caída del PIB per cápita? Ninguno. ¿Cuántas veces salía la palabra competitividad o productividad? Un 3% de las que salía la palabra igualdad, cuando no puede haber igualdad sin productividad. Hay que cambiar el discurso.

¿Balears está preparada para afrontar este cambio?

—No lo está o ya lo habría hecho. Hay que preparar todo el sistema regional, desde empresas a Administración, medio ambiente, infraestructuras, tecnología... hay que tocar muchas teclas para elevar la competitividad del archipiélago. Y lo importante no es solo poner más, sino aplicarlo donde toca. Podemos poner en marcha planes de innovación, elevar el gasto en educación... Usted suba lo que quiera, pero si no asigna bien ese esfuerzo inversor y ningún sector lo aprovecha, es tirar el dinero. Más no significa mejor.

Algunos le plantearán para qué hacer cambios si ahora están ganando dinero

—No estamos ganando todo el dinero que podríamos ganar, ni a nivel privado ni a nivel social. ¿Por qué cambiar si somos líderes en el segmento turístico de ‘sol y playa’, que es el que más está creciendo a nivel mundial? La pregunta debería ser por qué no aprovechar esta posición de ventaja comparativa y la transformamos en competitiva. ¿Por qué no damos un salto cualitativo? ¿Por qué nos conformamos? Deberíamos generar unas experiencias turísticas de mayor valor añadido que las actuales introduciendo cuestiones tecnológicas, culturales... Es diversificarse desde la especialización, que es ‘sol y playa’ y añadir valor sobre ésta. No se trata de crear un producto alternativo, sino de revalorizar el que tenemos.

En política turística, hemos aceptado que los hoteles ganen alturas y plazas a cambio de elevar su categoría. ¿Es una estrategia correcta?

—Si analizamos cómo ha evolucionado la oferta reglada, vemos que ha crecido muy poquito. ¿Dónde se han dado los mayores crecimientos? En la oferta no reglada. Pero además, si queremos hacer una transformación, hay que dar algún tipo de incentivo para que la inversión se canalice hacia donde tú quieres. Quizás algunos cambios no serían factibles si no se hace algún tipo de trueque. El problema de estas políticas es que no responden a un objetivo de competitividad global.

Habla de oferta no reglada y hay en estos momentos un debate sobre el auge de los alquileres. ¿Suponen un problema?

—Enorme. Desde la perspectiva económica, el problema es que la capacidad de añadir valor en la oferta no reglada es muy pequeña porque se hace una prestación de servicios muy tradicionales, como es alquilar mi cama y mi cocina. ¿Que plataforma tecnológica vende eso? Porque ahí está el valor añadido, y eso se hace desde fuera. Durante los últimos años ha crecido mucho el alquiler de viviendas, y el PIB per cápita no lo está experimentando.

¿Eso significa que al regularizar el alquiler vacacional nos podemos pillar los dedos?

—No se ha estudiado y no se sabe, ese es el problema. Curiosamente el PIB per cápita está cayendo cuando más turistas tenemos.

¿Vivimos de prestado con nuestro éxito turístico?

—Desde luego. Ese crecimiento del 3% del PIB con que cerraremos 2016 es fundamentalmente prestado porque lo estamos generando con un tipo de interés históricamente bajo y con un endeudamiento fácil, con un precio del petróleo barato en una comunidad autónoma en la que la dependencia energética es brutalmente alta, con un tipo de cambio del euro favorable, y con un conflicto geopolítico enorme. De este 3% de crecimiento, mi pregunta es: ¿señores, cuánto crecería Balears con un tipo de interés más normal, con un petróleo algo más caro...? Nuestro crecimiento es muy vulnerable.

¿Tenemos un problema de desmantelamiento de actividades más productivas, como la industria?

—Por definición, la industria es un sector que tiene una capacidad de generar una productividad más elevada que la media de la economía. Pero en el caso de Balears, las ramas industriales que tenemos no son las más productivas. Si lo fueran, no se daría esta deslocalización. ¿Necesitamos industria? Sí. ¿Qué tipo de industria? Eso es lo que hay que definir. Nosotros lo hemos hecho y el Govern ya conoce nuestro plan de industria.

Crece la construcción ¿Con un producto adecuado?

—La construcción disfruta de unas rentas de localización por ser Balears, como mar, sol, paisaje... Y disfruta de rentas por ser un sector cuyo producto se debe de vender en las islas. Hoy por hoy, vuelve a ser el sector con mayor rentabilidad de las islas. ¿Pero por qué no aprovechamos esa ventaja y desarrollamos las mejores innovaciones en la edificación, si somos un escaparate perfecto?

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