Reconozco la presunción de inocencia, pero "algo huele a podrido" en las presuntas corrupciones que afectan a policías locales de Calvià, Palma, Marratxí€. En Calvià gravísimas acusaciones de extorsión a empresarios, con vídeos incluidos. Trama de corrupción que parece tener conexión con otra similar en la Playa de Palma, incluyendo favores sexuales, cuyos presuntos autores son miembros de la policía local de Palma. La historia, de momento, se alarga hasta el jefe de la policía local de Marratxí€

En el caso de la presunta manipulación de las pruebas de acceso el Ayuntamiento de Palma, aunque el concejal responsable del área sigue en el cargo, suspendió a varios miembros de la Policía Local (incluido su Intendente, máximo cargo del cuerpo) a pesar de que no se haya concluido la causa judicial. Pero ante los últimos escándalos de corrupción, de momento, el alcalde de Palma como máximo responsable de la Policía Local y su correspondiente concejal no parecen dispuestos a continuar con la misma actitud, promoviendo una investigación interna. Ni tampoco el Ayuntamiento de Calvià, cuyo alcalde, a pesar de reconocer que tiene conocimiento hace tiempo de rumores de actuaciones "irregulares" de su policía, afirma que no podía (¿ni puede?) tomar ninguna iniciativa porque no tenía pruebas. Resulta extraño e incomprensible que, dada la gravedad de los hechos y la abundancia de indicios de delitos, no se tome la decisión de abrir una investigación interna, que no es incompatible con la propia de la justicia. Y que, al menos en teoría, debería dar sus frutos dada la estructura jerárquica del cuerpo y la (se supone) previsible colaboración activa de sus mandos y miembros. Ante sospechas, especialmente si son repetitivas, se puede y debe abrir como mínimo una investigación interna.

Aprovecho esta situación relativamente crítica, para hacer una breve reflexión referida a la naturaleza de la policía local que alguna relación puede tener con la actual percepción de relativo descontrol. No soy el único que piensa que la Policía Local está perdiendo su carácter fundacional basado en la proximidad, para convertirse en puros y duros miembros de las fuerzas de seguridad. Basta ver sus "uniformes" repletos de instrumentos de "defensa" (pistolas, porras, esposas, sprays, teléfonos...), así como determinadas actitudes y comportamientos, muy próximos a los Hombres de Harrelson. Esta realidad es todavía más patente en ciudades "turísticas" como Palma, con zonas de especial dificultad como la Playa de Palma. En tales zonas la policía local realiza las funciones de la escasa presencia de las Fuerzas de Seguridad. Tales tics tienden a reproducirse especialmente (pero no sólo) en las calles de la ciudad con mayor presencia de turistas, donde parecen centrar su actuación en hacer cumplir la recién aprobada Ordenanza Cívica que, dicho sea de paso, se ha redactado pensando fundamentalmente en las "circunstancias" de la Playa de Palma.

Pero Palma no es (o no debería ser) sólo turística. Palma es (o debería ser) fundamentalmente lugar de convivencia de sus ciudadanos. Y la realidad es que la policía está perdiendo su carácter de proximidad. La policía de barrio, aunque existan honrosas excepciones, con excesiva frecuencia no es ni conocida ni reconocida por sus vecinos. Los ciudadanos lo que pedimos es ver a la Policía Local que nos trasmite seguridad paseando por nuestras calles. Pero además que podamos acudir a ellos en busca de una calle o para indicarle que tal rincón está sucio, etc. Para ello tales policías, además de su número de placa, deben tener nombres y apellidos y ser "accesibles" incluso en su modo de vestir y de comportarse. Por si les resulta útil, observen a los bobbies británicos.

Regresando al origen de estas líneas. A pesar de que los hechos hasta ahora conocidos (nadie garantiza que su relato haya concluido) son preocupantes y muy graves, no voy a caer en la tentación de poner en la picota a todo el colectivo de las policías locales. Como tampoco acuso a todos los políticos (como algunos hacen) de corruptos aunque sean significativos y relevantes los casos. Pero así como la corrupción de determinados políticos está provocando un cierto pasotismo ciudadano hacia todo lo que huele a política, puede producirse igualmente una desafección hacia las Policías Locales. Hay que llegar hasta el final y las últimas consecuencias, incluidas comisiones de investigación interna, porque de lo contrario podría ocurrir que pasáramos de la percepción de policías locales (hoy por hoy presuntamente) corruptos a considerar corruptas a las Policías Locales.

Y aprovechando la ocasión, revisen y prioricen las funciones de la policías locales.