Ahora que estamos a mitad de mandato, es un buen momento para hacer un alto en el camino. El conocido Stop and Go anglosajón. Reflexionar, mirar al pasado, redefinir objetivos, y afrontar el futuro inmediato.

A nadie se le escapa que a Mariano Rajoy se le encomendó una tarea, cuanto menos, dificultosa: sacar a España de la crisis. Algo tan fácil de entender para cualquier interlocutor, pero tan complejo de llevar a la práctica. Ciertamente, se trata de avanzar en la mejora económico-financiera del país, percutiendo lo menos posible en los derechos sociales, pero, sobre todo (y lo más importante), de iniciar la recuperación social, anímica, la ilusión de que juntos podemos esperar un futuro mejor para los españoles. ¿Cómo se planteó este reto?

El Gobierno, es obvio, mil veces repetido, se vio obligado a asumir un papel duro, con medidas notoriamente impopulares „pero desgraciadamente necesarias„ que, evidentemente, el señor Zapatero no se atrevió a tomar en el momento oportuno, llevándonos a una indeseable deriva. Pero, y vale la pena recordarlo, el señor Rubalcaba, su número 2, actual líder de la oposición, que eligió el silencio ante la ausencia de pericia en el timoneo de su presidente, está optando durante esta décima Legislatura por la no colaboración, dedicándose a entorpecer la agenda reformista. Reformas que reconozco no sé si serán la panacea, la solución, a nuestros problemas „aunque las grandes macro cifras ya apuntan buenos resultados„ pero sí sé que no hacer nada, seguir inflando el déficit público, no arregla desde luego la situación. Es inevitable la odiosa comparación con la Alemania de la señora Merkel, una nación con un status económico y social sin duda mejor que el nuestro, y que es capaz de llegar a pactos de Estado entre los dos principales partidos nacionales € ¿Y nosotros? Frente a la imagen que han transmitido los alemanes tras las recientes elecciones, sentarse y ponerse de acuerdo, España se ve empapada de una actitud lamentable. Ciertamente no me extraña la actual desafección por la clase política de los ciudadanos españoles€

Y sobre la agenda por venir, la reflexión es obvia, Aunque parece ser que, ante el descabellado plan soberanista con el que Artur Mas nos desafía, ya hemos empezado a reaccionar, y tenemos un compromiso inicial entre los dos grandes partidos para mantener la unidad de acción a corto plazo, lo fundamental es concordar en el fondo de la cuestión y no dar el brazo a torcer ante este tema tan desatinado. Tengo claro que el señor Mas en Cataluña está actuando para obtener cierta ventaja política negociando con el Estado español, primero lanza una iniciativa propia, sin acuerdo previo alguno, y a continuación exige al interlocutor Estado negociación, solidaridad, diálogo€ ¿el mismo que él ha tenido al anunciar unilateralmente su referéndum? Tengo la convicción de que el pueblo catalán, no sus políticos, sabe de lo que estoy hablando, de la incomodidad de vivir momentos difíciles, de paro, de crisis, de recortes€ y de la búsqueda absurda de culpables externos, de cortinas de humo, para ocultar la realidad: los políticos en nuestros ámbitos de competencia somos responsables; la clase política catalana, y por lo que toca específicamente a Cataluña, mucho más. Veremos cómo se van desarrollando los acontecimientos.

Desde luego que, a mí al menos, me hubiese gustado vivir dos años distintos a los que hemos gestionado€ tanto a nivel de cohesión social, de inversión pública, de avance en el Estado del Bienestar, de progreso en la Educación, de menos de seis millones de parados, de€ tantas y tantas cosas que debemos mejorar entre todos. Pero lo cierto, es que este es el tiempo que nos ha tocado ocupar, y opino sinceramente que, dentro del marco que nos permite el sentido común, y el deber de atenernos a la realidad, con luces y sombras, claro que sí, el balance es positivo. Avanzamos.

* Diputado nacional del Partido Popular y portavoz del PP de las Illes Balears