Carreteras colapsadas en el puente que se sigue llamando de Todos los Santos. Turismo, fin de semana, escapada, etcétera, pero también culto a los muertos, un asunto saludable (valga la paradoja), pues revela la persistencia de factores de arraigo, que son al final los que impiden que nos lleve el viento. Un medio de comunicación, y una red social, que no va por el alambre, ni el cable, ni las ondas, ni por ninguna de las tecnologías disponibles. La buena modernidad consiste en preservar esos contactos intangibles con la memoria y quienes la habitan, los muertos. Busco en el atasco la presencia, en los coches, de la gente mayor, las viudas o los viudos acarreados por los hijos y los nietos, y con ellos. Aprecio una densidad razonable de ocupantes, que una vez más me reconcilia con este pueblo nuestro, con su remanente de buena antigu?edad y tradición, que sólo el fatuo puede deplorar.