A la sociedad balear no le está permitido limitar su atención sobre el entorno de las cosas cotidianas o concentrar esfuerzos en exclusiva dentro del perímetro de las preocupaciones comunes. Debe ocuparse también de los asuntos confusos, cuando no directamente opacos o corruptos, de sus gestores pasados y actuales. Por eso la residencia entre barrotes de la carretera de Sóller tiene ya tantos inquilinos que un día ostentaron fama, buen nombre y atractivo político.

Cuando alguna trama de actuación irregular decae toma el relevo otra o brota un nuevo ramal de la debilitada. De este modo hemos aprendido qué son las piezas separadas, los asuntos asociados y las investigaciones interconectadas. O la propia herencia recibida. El president Bauzá es muy dado a hablar y declararse víctima de los legados institucionales y políticos recibidos. Alguna parte de razón tendrá. También sabía dónde se metía cuando cruzó el umbral del Consolat de Mar. Descuidó su propio equipaje y los antecedentes incorporados de su currículum. No supo desprenderse de las ambiciones política y empresarial que, cuando intentan establecerse como pareja estable, convierten la convivencia en imposible. Y emiten pésimos mensajes al entorno. La ciudadanía de Balears los ha captado. Por eso Bauzá, camarillas interesadas y forzadas aparte, se ha visto obligado a saber cómo las gasta la soledad y la adversidad. Eso, en el mar de la mayoría absoluta no domesticada.

El asunto es que el president ha debido pelear, en sede parlamentaria y ahora ante los tribunales, con la severa presunción de incompatibilidad que le afecta por tomar las riendas del Ejecutivo autonómico sin abandonar las de su farmacia en Marratxí y haber ocultado, hasta que fue pillado con documentos en la masa, que administraba la vinoteca Divino y era parte accionarial de Bauser. PSOE y Més tienen claro que Bauzá ha incurrido en incompatibilidad manifiesta. La Justicia certificará o devaluará los argumentos de la oposición y ya sabemos que, aunque sea en ámbitos jurisdiccionales distintos, no podrá limitarse al nivel de la administración autonómica. Deberá descender hasta la local. Esquerra Unida ha presentada también un contencioso por incompatibilidad contra Bauzá remontándose una década atrás, a los tiempos en que el denunciado era regidor de Sanidad, Urbanismo y después alcalde de Marratxí.

Resulta que, según EU y a pesar de que el actual consistorio marratxiner no ha respondido a las peticiones de certificación, el edil y después alcalde Bauzá disponía de dedicación exclusiva en el Ayuntamiento sin que por ello dejara de administrar Divino ni compartir Bauser. La pregunta es por qué estas cosas, que presuntamente se arrastran desde 2003, no se denuncian hasta ahora. De confirmarse todo lo expuesto, se calcula que el president debería devolver unos 160.000 euros percibidos por conceptos de gestión pública que no le corresponden. También sería la evidencia de que la incompatibilidad que ahora se le atribuye es reincidente y tendría sus propios antecedentes. Un paralelismo en el que el gestor público y el presunto incompatible se habrían curtido al mismo tiempo.