Más por menos. Aguante y resignación. Tres palabras para definir el actual panorama laboral de Balears y otras dos útiles para hacer alusión a la actitud forzosa de quienes están sujetos a él, en este primero de mayo que, prácticamente, no tiene nada por festejar y sí demasiadas cosas de obligada reivindicación.

Salvando las distancias y los condicionantes, es muy posible que haya que remontarse a los tiempos de la posguerra para dar con una fiesta del trabajo tan amarga como la de este 2013.

Los trabajadores, la economía y los condicionantes sociales en definitiva, están, en estos momentos, frente a un escenario, unas cifras y unos comportamientos negativos y desconocidos por completo hasta ahora. Las islas soportan a día de hoy el efecto de albergar a 169.000 personas en paro. Es el 28% de la población activa residente. A pesar de ello, el Govern reafirmaba ayer en el Parlament que no va a haber correcciones en tributos, presión fiscal y recortes sociales de primer orden. El Ejecutivo reitera que se está en la senda adecuada y en la única posible para volver a crecer pero, a lo sumo y en el mejor de los supuestos, será a partir de 2016. Eso, si no se producen nuevas dilaciones, como ha venido ocurriendo en los plazos fijados hasta ahora.

Está claro, por otro lado, que los crecientes problemas laborales de Balears no se circunscriben únicamente a la de por si ya sobradamente preocupante cifra de desempleados. La extensa información que firma hoy Alberto Magro en Diario de Mallorca deja claro que quienes tienen la fortuna de permanecer en el privilegiado colectivo de los asalariados han perdido en los últimos tiempos de todo excepto horas de trabajo, pero sin que ello se traduzca en mayores ingresos. Datos cantan. Los empleados de Balears son quienes soportan la jornada laboral más extensa de toda España pero, por contra, cada mes perciben 182 euros por debajo de la media del conjunto del país. Todo es negativo. En los últimos 5 años se han aniquilado en este archipiélago 102.600 empleos y lo han hecho de forma progresiva, porque la mitad de ellos se han esfumado durante los dos últimos años. Y se siguen destruyendo plazas laborales. Desde que gobierna el PP, el partido que se presentó a las elecciones como garante del empleo, han quedado trituradas 54.700.

Con todos estos datos, a primera vista, se podría concluir que Balears es la campeona estatal de la productividad pero, tal como están las cosas, tenderemos a pensar exactamente lo contrario, que lo es de la explotación porque, en estas islas en las que la reforma laboral se ha cebado especialmente con los asalariados veteranos, lo único que crece es el contrato a tiempo parcial, muy sospechoso de ser una vía de fraude para camuflar las extensas jornadas laborales que delatan las estadísticas. Todo se ha vuelto extraordinariamente precario. Hasta la salud laboral. Caen las bajas, eso sí. Resulta comprensible desde el momento en que hay menos asalariados y los trabajadores activos se arriesgan a perder parte de nómina y el puesto.